Nos entrevistan en Radio Cuenca, de la Cadena Ser, a propósito de la antigua N-III y después del interés suscitado por un reportaje sobre esta mítica ruta —en el que también hemos colaborado—, publicado en el diario digital EL CONFIDENCIAL hace un par de días. Antonio Teruel, miembro del equipo de EN LA CARRETERA, ha sido el encargado de atender esta entrevista radiofónica que está disponible en el siguiente enlace:
ACTUALIDAD N-III HISTÓRICA
martes, 24 de abril de 2018
jueves, 29 de marzo de 2018
MADRID-VALENCIA: LA AUTOPISTA QUE PUDO HABER SIDO Y NO ES (Reportaje en prensa. Año 1988)
Hace poco más de 30 años —concretamente el 24 de enero de 1988—, el diario ABC publicó un extenso reportaje gráfico en el que se denunciaban los diversos peligros del trazado de la N-III, todavía carretera convencional de dos carriles, que había quedado anclada en el pasado y sufría por entonces una elevada siniestralidad.
Habrían de transcurrir todavía más de 10 años, sin embargo, para que la N-III fuera por fin desdoblada completamente en la moderna autovía A-3, pero lejos del proyecto inicial que databa de los años 20 y que pretendía convertirla en autopista.
martes, 27 de febrero de 2018
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 45ª Entrega
Un relato de Route 1963
LEER TODO LO PUBLICADO ANTERIORMENTE. (Entregas 1 a 44).
Estábamos a más de cien
kilómetros de Valencia y sabíamos que nos buscaban policías secretos, guardias
civiles, guardias de asalto, carabineros y milicianos, es decir, miembros de
casi todas las unidades armadas de la República. Tenían nuestras descripciones
físicas y seguramente conocían también la matrícula de la moto que, aunque
falsa -al igual que nuestras documentaciones- ya no podía servirnos de
salvoconducto. Era probable, incluso, que ya estuvieran al tanto de nuestra
determinación de llegar a Valencia esa misma noche. Y frente a estos enemigos
tan diversos como poderosos, la única defensa de que disponíamos era una
pistola con solo cinco cartuchos y los buenos propósitos de Amparo Signes de
enviar un auto a tiempo de rescatarnos. Pero, ¿y si esos buenos propósitos de
aquella mujer se veían finalmente frustrados por causas o contratiempos ajenos
a su voluntad? ¿Y si aquel auto era interceptado por el camino y no llegaba
nunca en nuestro auxilio? Y si llegaba, ¿cómo podríamos saber que quien viniera
en él fuese de confianza y no un enemigo infiltrado?
Por lo demás, los escasos e
improvisados detalles acerca de esta operación de rescate que le había
comunicado Amparo Signes a mi hermano en su última conversación telefónica,
resultaban muy inquietantes y parecían elementos más propios de una película de
intriga que de una realidad que pudiera materializarse al cabo de pocas horas.
Solo sabíamos que ella tenía importantes contactos, los cuales le habían
advertido de que nos estaban buscando y abundaban los controles de carretera,
razón por la cual no podríamos llegar a Valencia en la moto, y por eso nos
enviaba un auto. ¿Pero qué razones teníamos para suponer que en un auto
podríamos eludir esos controles? ¿De qué clase de garantías, protecciones o
salvoconductos dispondría ese auto que vendría a nuestro encuentro? Y si el
rescate se suponía seguro, ¿entonces por qué tanto misterio y sigilo, por qué
recogernos a escondidas, de noche y clandestinamente en el puente de Contreras,
por qué después de habernos hecho señas con sus faros cuatro veces?
Sin embargo, lo que más me
preocupaba era la condición expresa de que fuese a esperarnos solo dos minutos
después de la última señal de sus faros, transcurridos los cuales volvería de
regreso a Valencia, estuviésemos nosotros a bordo, o no. Solo habría una
oportunidad, y yo con las muletas no podría caminar todo lo deprisa que
seguramente exigirían las circunstancias en el momento de la aparición del
vehículo. ¿Tendría prevista mi hermano esta contingencia? Estaba convencido de
que él no tenía nada previsto, ni siquiera conocía el puerto de Contreras, ni
el puente, ni el terreno en donde debíamos escondernos a esperar el auto. Era
todo una quimera enorme, imposible, inalcanzable. La luz del atardecer se demoraba
lentamente en el cielo y nosotros seguíamos en peligro.
lunes, 22 de enero de 2018
VIDEO MAGAZINE EN LA CARRETERA. VI EDICIÓN. Las tomas falsas del documental
Un proyecto de video documental sobre la N-III Histórica Madrid-Valencia iniciado hace siete años que, por diversas cuestiones técnicas, aún no ha podido ver la luz. Miles de fotografías y cientos de horas de video tomadas a pie de carretera durante todos estos años aguardan todavía a poder ser montadas en dicho documental. Una mínima parte de este ingente material audiovisual, sin embargo, ya ha sido descartado, y forma parte de las denominadas tomas falsas. Algunas de ellas se muestran en esta VI Edición monográfica del Video Magazine EN LA CARRETERA.
jueves, 21 de diciembre de 2017
CICLISMO EN EL SIGLO XIX EN LA CARRETERA MADRID-VALENCIA (2ª parte)
Un reportaje de Route 1963
En esta 2ª parte del reportaje, que comprende el recorrido entre los kms. 38 y 72 (límite con la provincia de Cuenca) de la carretera Madrid-Valencia, me limitaré a insertar el texto y las imágenes digitalizadas de los archivos de la Biblioteca Nacional correspondientes al nº 5 de la revista semanal ilustrada EL DEPORTE VELOCIPÉDICO, publicado el 27 de marzo de 1895.
martes, 21 de noviembre de 2017
CICLISMO EN EL SIGLO XIX EN LA CARRETERA MADRID-VALENCIA (1ª parte)
Un reportaje de Route 1963
En
las últimas décadas del siglo XIX haría su aparición en el mundo un novedoso
medio de transporte que empleaba la energía humana para impulsarse: la
bicicleta. Un invento, entonces vanguardista, que venía gestándose ya desde
comienzos de ese siglo y finales del anterior, a partir de la evolución de los
aparatosos e impracticables artefactos de dos ruedas denominados velocípedos.
La bicicleta convencional, tal y como hoy la conocemos, fue en sus orígenes un
vehículo revolucionario por cuanto que se trataba del primer ingenio mecánico
terrestre -excluído el ferrocarril, inventado unos años antes- que no empleaba
la tracción de animales cuadrúpedos para su locomoción. En cambio, empleaba la
tracción de un animal bípedo como el hombre, que canalizada a través de los
mecanismos adecuados se transformaba en movimiento rápido y eficiente.
Pero
más allá de sus indudables cualidades recreativas y funcionales como vehículo
de transporte individual, la bicicleta recibió muy pronto todas las bendiciones
de muchos médicos, fisiólogos e higienistas de la época, que ya estaban al
tanto de los saludables beneficios que procuraban en el organismo humano la
práctica regular del ejercicio físico y el deporte. Y precisamente como instrumento
deportivo la bicicleta estaba llamada al éxito desde sus más tempranos orígenes,
un éxito que ha llegado hasta nuestros días, siendo el ciclismo uno de los
deportes con más aficionados y practicantes en la actualidad. Sería a finales
del siglo XIX cuando se fundarían los primeros clubs ciclistas en los países
desarrollados y cuando empezarían a organizarse las primeras carreras de
bicicletas.
miércoles, 18 de octubre de 2017
III RUTA MOTORISTA N-III HISTÓRICA 2017. ASÍ LO HICIMOS
Un reportaje de Route 1963
(Ilustraciones procedentes del libro conmemorativo)
III RUTA MOTORISTA N-III HISTÓRICA
VALENCIA-MADRID
24-25 de junio 2017
VALENCIA-MADRID
24-25 de junio 2017
ASÍ LO HICIMOS
Originalmente prevista para una sola jornada, como es tradicional (en este caso la del 24 de junio de 2017), la III RUTA MOTORISTA N-III HISTÓRICA VALENCIA-MADRID hubo de llevarse a cabo en dos jornadas (24 y 25 de junio de 2017), por circunstancias que se referirán más adelante. Cuando se tomó esta decisión, tanto los anagramas o logotipos, como las camisetas conmemorativas, ya habían sido diseñados y fabricados, y por lo tanto no fue posible rectificar la fecha. Únicamente pudieron consignarse las fechas correctas en las placas metálicas que incorporan los hitos kilométricos a escala conmemorativos, puesto que fueron encargadas con posterioridad. Por falta de tiempo y presupuesto no pudieron encargarse pegatinas para entregar a los participantes durante la Ruta, pero fueron enviadas con posterioridad junto al libro conmemorativo que se editó para la ocasión, e igualmente reflejan las fechas del 24 y 25 de junio. Detalles estos de importancia menor, en todo caso, pero que se hacía necesario mencionar.
Los preparativos de esta III Edición de la Ruta comenzaron muchos meses antes, en noviembre de 2016, con la creación de un nuevo grupo de Whatsapp desde donde canalizar toda la información y comunicaciones entre los futuros participantes. También se crearía una página de Facebook y una página específica en el blog N-III. UNA RUTA HISTÓRICA, con un reloj de cuenta atrás hacia la fecha del evento. Algún tiempo después se establecería la fecha oficial del 24 de junio de 2017 y comenzarían los trabajos de diseño gráfico de los logotipos o anagramas que llevarían impresos las camisetas, y la fabricación de los hitos kilométricos a escala conmemorativos, una laboriosa tarea artesanal esta última, que se desarrollaría entre febrero y junio.
Los preparativos de esta III Edición de la Ruta comenzaron muchos meses antes, en noviembre de 2016, con la creación de un nuevo grupo de Whatsapp desde donde canalizar toda la información y comunicaciones entre los futuros participantes. También se crearía una página de Facebook y una página específica en el blog N-III. UNA RUTA HISTÓRICA, con un reloj de cuenta atrás hacia la fecha del evento. Algún tiempo después se establecería la fecha oficial del 24 de junio de 2017 y comenzarían los trabajos de diseño gráfico de los logotipos o anagramas que llevarían impresos las camisetas, y la fabricación de los hitos kilométricos a escala conmemorativos, una laboriosa tarea artesanal esta última, que se desarrollaría entre febrero y junio.
A lo largo de estos meses, mientras el reloj de cuenta atrás corría vertiginosamente hacia la fecha de partida de la Ruta, fueron surgiendo diversos contratiempos: participantes que no podían asegurar su asistencia con antelación, participantes que finalmente se autodescartaban debido a problemas familiares, laborales o de salud, imposibilidad de encontrar alojamiento hotelero en Madrid para la noche del 24 de junio... El panorama se complicaba tanto, que parecía que la única salida razonable era la de cancelar definitivamente el evento o, como mal menor, posponerlo a fechas más favorables. Pero, por diferentes motivos, tampoco esto era posible. Había que improvisar soluciones y adaptarse a los nuevos acontecimientos para realizar la Ruta (o al menos una parte de ella) en la jornada prevista.
Por circunstancias que no vienen al caso, no quedaba una sola plaza hotelera libre en Madrid capital ese fin de semana, ni en un radio de cien kilómetros. Pero sí las había, y a precios de hacía veinte años, en un radio de doscientos kilómetros (y a 150 de Valencia), en Motilla del Palancar (Cuenca), en plena y primitiva travesía de la N-III. Habitaciones individuales a 35 € la noche (50 € la doble) con desayuno y parking cubierto para las motos incluidos, eran razones más que poderosas para plantearse una III Edición de la Ruta en dos jornadas consecutivas, pernoctando en el Hotel del Sol de Motilla, un clásico intemporal de esta carretera. Hubo unanimidad absoluta en esta cuestión, y fue la decisión más acertada que pudimos tomar. Reservamos todas las habitaciones necesarias, y a partir de ese momento la suerte se puso de nuestro lado.
sábado, 30 de septiembre de 2017
LOS HITOS KILOMÉTRICOS DE LA N-III
Antes jalonaban nuestras carreteras. Se veían a diario como un elemento habitual más del paisaje junto a ellas, iban pasando uno a uno, y probablemente muy poca gente reparaba o se fijaba en ellos sobre la marcha del viaje. Sin embargo, hoy apenas se conservan un puñado de ellos, muchas veces abandonados y desatendidos. Y aun con todo, la mayoría de las personas siguen sin reparar en su existencia, o incluso menos que antes, puesto que muchos ya quizás no los conozcan como los conocieron generaciones pasadas de españoles que se hacían a la carretera.
Hablamos de los antiguos hitos kilométricos de piedra u hormigón, aquellos que en otro tiempo abundaban en todas las carreteras de España, y de comunes que eran, seguramente pasarían absolutamente desapercibidos en la época, como hoy podrían hacerlo los modernos y pequeños hitos metálicos. Su cometido era meramente funcional: el de indicar una determinada distancia y puntos kilométricos a lo largo de toda la carretera. Sin embargo hoy, al ser un elemento ya poco común y que muestra una parte de la historia de las carreteras de España, quizá podrían ser elevados a la categoría de pequeño elemento patrimonial de la carretera digno de ser reconocido y conservado por las autoridades, cosa que por desgracia queda muy lejos de la realidad vigente, dada la «afición» de algunos órganos de gobierno de retirarlos lenta o masivamente en las carreteras de su competencia.
La N-III, la carretera objeto de este blog, no era una excepción, desde luego, y a lo largo de sus aproximadamente 350 km se podían ver igualmente, uno a cada kilómetro. Hoy, por el contrario, debido a la masiva retirada de estos que se produjo a partir de los años 80 y del posterior desdoblamiento de la mayor parte de la nacional en autovía, apenas queda una pequeña parte de todos los que hubo. La finalidad de este artículo es mostrar todos los que han logrado llegar hasta nuestros días, en mejor o peor estado de conservación, y en su lugar original o desplazado de él.
miércoles, 23 de agosto de 2017
TRAMO PRIMITIVO DE LA N-III EN VENTAQUEMADA-SIETE AGUAS
De la mano del
audaz explorador de tramos abandonados de la antigua carretera de Madrid a
Valencia, José Manuel González Badiola, presentamos ahora este nuevo vestigio
del trazado primitivo de esta ruta, justo un año después de la divulgación
pública de su mayor proeza, el recorrido en moto de campo y grabación en video
del tramo casi inaccesible e inexpugnable de la CUESTA DE LA MARQUESA, cerrado
para siempre al tráfico en torno a los años cincuenta del pasado siglo, del que
nos hicimos amplio eco en el blog y en las redes sociales (ver enlace).
En esta
ocasión, a bordo de su furgoneta, nuestro protagonista y eventual colaborador
nos ofrece este video grabado el pasado mes de marzo, en el que se muestra un
recorrido de unos 300 metros a través de lo que parece ser un vestigio del
primitivo trazado de la carretera. Existen algunas posibles evidencias de su
autenticidad, pero al mismo tiempo existe al menos un indicio que hace dudar de
ella. En cuanto a las primeras, una atenta observación aérea de los mapas de
Google Street View nos permite establecer una relación de continuidad lineal
entre este tramo y el que discurre al otro lado de la autovía A-3, cuya
autencidad no admite ninguna duda después de haberlo recorrido virtualmente con
la aplicación mencionada. Por otra parte, sobrevive en el tramo un elemento que
parece propio de los tiempos del CNFE, y son esos bancos de obra que tal vez
hubieran podido formar parte de una zona de descanso típica de aquella
época. Pero sólo es una hipótesis no
demasiado fundamentada, y a falta de otros elementos característicos del pasado
de la carretera, como pudiera ser el firme de adoquines o de riego asfáltico,
los bordillos del encintado de la calzada, o restos de pintura de la
señalización horizontal, aquí concluyen todas las evidencias de la autenticidad
del tramo. Porque, paradójicamente, el único elemento patrimonial que se
conserva, ese erosionado hito del Plan Peña que se muestra al final del video
(y que por su acusado desgaste indica una notable antigüedad, que podríamos
datar en los inicios de la Instrucción de Carreteras, hacia 1940), lejos de
corroborar que el tramo en cuestión perteneció al primitivo trazado de la
carretera, lo desmiente.
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sábado, 22 de julio de 2017
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 44ª Entrega
Un relato de Route 1963
Juan se detuvo entonces, y se
volvió lentamente hacia mí. Ahora que había recuperado la visión correcta y
podía verle con nitidez, pensé que me encontraría su rostro desencajado de
terror al descubrir que le estaba apuntando con la pistola. Incluso imaginé que
levantaría los brazos, o que se echaría al suelo suplicando clemencia. Tal vez
era lo que cabía suponer en esta situación. Pero los hechos no se desarrollaron
como yo esperaba.
-No sé ahora mismo qué es lo que más me apetece -me dijo con una
mueca fría y neutral-, si acercarme y
partirte la cara, o bien seguir mi camino como si no existieras. Aunque, desde
luego, te mereces las dos cosas, una detrás de otra.
Empuñé con fuerza la pistola y la
agité en la mano como si quisiera hacer más evidente mi amenaza. Era pesada,
dura y tosca como una piedra.
-¡No
te muevas! -le
grité.
-Eres
un ignorante, Mariano. ¿Qué es lo que crees que vas a hacer con esa pistola?
-Pegarte
un tiro, si te marchas. Y luego pegármelo yo. Y aquí terminará nuestro viaje.
martes, 11 de julio de 2017
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 43ª Entrega
Un relato de Route 1963
Aquellas muletas desvencijadas
que me había traido mi hermano con su mejor voluntad, parecían adecuadas para
cualquier cometido que no fuese el de ayudar a caminar a un cojo. Eran
viejísimas, y su madera nudosa y reseca estaba astillada precísamente en el lugar
en donde había que colocar las manos para servirse de ellas. En ambas muletas
la apoyatura superior que soportaba las axilas carecía de mullido, conservando
solo unos jirones claveteados de cuero renegrido sobre la madera desnuda. Y
además, como consecuencia de los desgastes del uso, una de las muletas era
ligeramente más corta que la otra. Sin embargo, salvo que pretendiera seguir
arrastrándome por el suelo para salir de allí, no me quedaba más remedio que
adiestrarme en su manejo, y no era fácil para un cojo sobrevenido y novato como
yo. Juan supervisaba mis torpes movimientos con aquellos apéndices de madera
fosilizada y me iba haciendo recomendaciones prácticas mientras yo trataba de
conservar el equilibrio y avanzar unos metros:
-Tienes
que impulsarte muy despacio sobre el pie de apoyo y mirar con antelación en
donde vas a pisar con las muletas cada vez. Sí, ya sé que es difícil y este no
es el sitio más adecuado para aprender, pero debes intentarlo.
Desde luego que no lo era. La
superficie irregular y sinuosa del terreno no ofrecía la menor seguridad para
desplazarse con estos artilugios ancestrales. Estábamos en mitad del campo, un
lugar no demasiado frecuentado por los cojos, y por algo sería. Los esforzados
cojos que se habrían servido con anterioridad de estas muletas eran cojos de
otro siglo, y yo me los imaginaba caminando con ellas siempre por superficies
lisas y estables, como las cubiertas de los barcos que les devolvían lisiados a
España desde las colonias de ultramar en guerra con la metrópoli, o sobre las
losas de los patios de los cuarteles o de los hospitales, o en el peor de los
casos sobre el pavimento adoquinado de las calles, pero nunca a través de
campos y bosques, y mucho menos descalzos, porque yo además iba descalzo,
después de perder la única alpargata que podía calzarme, y que con la
precipitación del momento ni siquiera se nos ocurrió buscar.
Tal vez fue por ello que Juan se
compadeció de mí, viéndome sobre todo incapaz de avanzar dos pasos seguidos con
las muletas y siempre en riesgo de volver a caerme.
-Veo
que voy a tener que llevarte a hombros hasta el camino.
martes, 27 de junio de 2017
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 42ª Entrega
Un relato de Route 1963
Más allá de que me encontraba
tumbado boca arriba sobre la arena caliente como un náufrago venturosamente
devuelto a tierra por el mar, no podía albergar ninguna otra certeza en aquel
momento. En mi precipitada huida había perdido la única alpargata que conservaba,
y las vendas que me cubrían el pie magullado estaban deshechas en largos
jirones de tejido imposibles de recomponer. Tenía los codos desollados y
doloridos después de arrastrarme por el suelo, la ropa y el cabello rebozados
en polvo, la boca ardiente y pastosa como si hubiera masticado barro, pero
seguía vivo una vez más, aunque ya no supiera para qué. Ni siquiera intenté
moverme para tratar de volver al auto, lo que indudablemente habría resultado
peligroso, pero tampoco para otear el camino a la espera de la llegada de mi
hermano, en el mejor de los casos, o de la Guardia Civil, en el peor de ellos.
Me envolvía un silencio denso e
implacable mientras permanecía tumbado
en aquella hondonada natural del terreno, que ofrecía cierta semejanza con una
trinchera de guerra, y no habría encontrado demasiadas dificultades para
abandonarme otra vez al sueño recientemente interrumpido, de no ser porque
comprendí que dormirme era la decisión más equivocada que podía tomar si
pretendía seguir con vida. En realidad, sólo podía hacer una cosa sensata:
esperar con resignación el siguiente episodio que el destino me tuviese
reservado. Y mientras esperaba, perdí toda noción del tiempo. No sé si
transcurrieron minutos, o transcurrieron horas, hasta que volví a escuchar el
motor de la Brough Superior que se acercaba por el camino. Podía reconocer su
sonido a cientos de metros de distancia, y todavía hoy, setenta años después,
puedo recordarlo perfectamente. Además, el ansioso batir de pistones me
indicaba que era mi hermano quien iba a los mandos, pues sólo él podía hacer
sonar la moto de esa manera tan característica. No pude reprimir un grito de
alegría mientras me preparaba para abandonar mi escondrijo, y traté de hacerlo
con la mayor presteza posible, sabiendo que Juan se asustaría al llegar junto
al auto y no encontrarme en su interior. Al menos pretendí evitarle el
sobresalto, pero no lo conseguí, porque él fue mucho más rápido y se presentó
en la arboleda antes de que yo tuviera la oportunidad de salir a su encuentro.
Mientras reptaba por el borde del parapeto, tuve ocasión de ver su semblante
angustiado cuando se asomó a las ventanillas del Citroën y lo halló vacío.
Entonces le di una voz:
-¡Juan,
Juan, estoy aquí!
Pero mi hermano, por toda respuesta, se
agitó bruscamente y empuñó la pistola mientras movía la cabeza en todas
direcciones tratando de encontrar un enemigo imaginario escondido entre los
árboles.
-¡Soy
yo, Juan, soy yo, no dispares! -volví a gritarle.
viernes, 9 de junio de 2017
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 41ª Entrega
Un relato de Route 1963
Me revolví
inquieto en el asiento trasero del Citroën. Para calmar la ansiedad lié un
cigarrillo y estuve fumando pausadamente, intentando imaginar un desenlace muy
complaciente de nuestra epopeya: Juan regresaba al cabo de una hora, nos
montábamos en la moto (aunque en mis condiciones físicas me costaba creer que
esto volviera a ser posible), reanudábamos viaje y llegábamos a Valencia sin
más contratiempos con la última luz del día. Amparo Signes, hermosa y elegante dama, nos recibía con los brazos
abiertos, nos preparaba un baño caliente y nos agasajaba con una suculenta cena
que habría de saciar por fin nuestros atormentados estómagos. Mi hermano ya
dormía con ella esa primera noche, esto por descontado, en tanto que a mí me
había preparado una confortable cama en otra habitación de la casa, en donde
caería enseguida rendido a un sueño profundo y liberador hasta bien entrada la
mañana siguiente. Mientras el país continuaba desangrándose por los cuatro puntos cardinales, el 2 de agosto de 1936
nosotros comenzábamos una nueva vida, a salvo de cualquier amenaza, en aquella
ciudad en donde nadie nos conocía.
sábado, 27 de mayo de 2017
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 40ª Entrega
Un relato de Route 1963
El médico suspiró profundamente y
volvió a pasarse los puños de la camisa por la frente para secarse el sudor.
Después apoyó el codo derecho en el techo del coche y se quedó inmóvil mirando
al horizonte, allí en donde se perdía aquella larga recta de la carretera.
-¿Se
le ocurre algo que podamos hacer al respecto? -preguntó.
-Se me ocurren varias cosas. En primer lugar, por seguridad, habrá que
apartar el vehículo de la carretera y dejarlo en un lugar más discreto. Por
ejemplo, en aquellos árboles. Después le llevaré en la moto hasta Minglanilla
para que atienda a esa anciana y consiga una grúa para remolcar el auto.
Entretanto mi hermano se quedará aquí, en el propio auto, hasta que regresemos.
A pocos metros de donde nos
encontrábamos partía un camino de tierra en suave descenso que dejaba a su
orilla izquierda una espesa arboleda en donde sería posible ocultar el auto a
salvo de miradas indiscretas. El hecho de tener que quedarme esperando en su
interior por un espacio de tiempo que seguramente sería prolongado me producía
bastante preocupación, no voy a negarlo, pero dado mi estado físico no estaba
en condiciones de plantear ninguna exigencia.
-Sólo tendremos que empujar el auto hasta el camino -prosiguió Juan-
y luego nos dejaremos caer cuesta abajo
hasta esos árboles.
El médico asintió. Tampoco tenía
mejores alternativas que las que le proponía mi hermano.
viernes, 19 de mayo de 2017
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 39ª Entrega
Un relato de Route 1963
Me tumbé sobre el asiento trasero
corrido del vehículo. Como rememoraría con frecuencia mi hermano años después,
siempre que hablábamos de nuestra odisea, aquel auto del médico rural con
matrícula de Cuenca era un Citroën Type B-12 de 1926. No tenía suficiente
anchura como para albergar mi cuerpo estirado completamente sobre su asiento,
de modo que mis pies desnudos asomaron al exterior por la puerta abierta que
daba a la carretera. Seguramente era esto lo que pretendía el médico para
realizar sus exploraciones con mayor comodidad, y enseguida sentí cómo sus
dedos me palpaban delicadamente el empeine de ambos pies y luego sus manos
torsionaban mis tobillos, primero el izquierdo y luego el derecho, que me
provocó un terrible alarido de dolor.
-No le martirizaré más -dijo el doctor compasivamente-. Es innecesario. No aprecio fractura, sólo un
fuerte traumatismo, probablemente con resultado de esguince.
-Me caí por unas escaleras -mentí, como si con esta falsa
explicación pretendiera ayudarle a emitir un diagnóstico más certero-, y me hice mucho daño.
-No iba a preguntarle cómo se ha lesionado, no me interesa -dijo el
médico con estremecedora frialdad-. Tampoco
me interesa saber adónde van con este calor y en tan penosas condiciones
montados en ese motociclo que se supone requisado, incautado, intervenido o
como mejor nos convenga denominarlo. En estas dos semanas desde que comenzó la
guerra no hago más que ver calamidades por todas partes, pero nunca hago
preguntas. Me limito a realizar mi trabajo lo mejor que sé, y lo mejor que
puedo. Voy a vendarle el pie para inmovilizárselo. Deberá guardar veinte días
de absoluto reposo desde este preciso momento. Pasado ese tiempo tendrá que
acudir a un traumatólogo.
sábado, 13 de mayo de 2017
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 38ª Entrega
Un relato de Route 1963
Aquella carretera comarcal no llevaba directamente a Valencia, como bien habíamos supuesto, siendo lo más probable que desembocase en la carretera general, o carretera radial de primer orden de Madrid a Castellón por Valencia, pues tal era su enrevesada denominación en la época. Pero ni siquiera podíamos estar seguros de esto, y como en aquel tiempo la señalización y los carteles indicadores solían ser más bien escasos en las carreteras, como vengo diciendo, corríamos el riesgo cierto de saltarnos algún desvío estratégico y volver a perder el rumbo correcto para seguir vagando decenas y decenas de kilómetros por carreteras comarcales o caminos terciarios que, llegado el caso, no sabríamos adónde habrían de llevarnos.
Pero mientras esperábamos ansiosos la confirmación definitiva de que marchábamos en buena dirección, o por el contrario nos sorprendía el sobresalto de sabernos nuevamente extraviados, cruzamos muy despacio las travesías de varios pueblos sin vida calcinados por el sol de tarde. No vimos un alma por sus calles. Por eso no hicimos siquiera intención de detenernos en ninguno de ellos a intentar una comida, porque casi con toda seguridad no hubiéramos encontrado ni un mísero mendrugo de pan que llevarnos a la boca. Todo lo más, nos habríamos tropezado con nuevos problemas. Y es que, por mucho que quisiéramos engañarnos haciendo valer nuestra verdadera condición, a los ojos del prójimo no éramos más que un par de forasteros fugitivos y burgueses que huían en una moto británica, capricho de ricos y de fascistas, y esta era nuestra insuperable tragedia en aquella España del treinta seis, la patria maldita de Caín.
viernes, 5 de mayo de 2017
AQUEL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRO DESTINO. (1 de agosto de 1936). 37ª Entrega
Un relato de Route 1963
El encargado salió arrastrándose como un perro, y antes de que pudiera incorporarse, mi hermano le metió el cañón de la pistola en la boca llegando hasta la garganta y provocándole una arcada terrible. Por un momento me puse en el lugar de aquel tipo y noté cómo se me envenenaba el paladar con el sabor nauseabundo que debía de tener aquel cilindro de metal impregnado de pólvora, que no sé porqué supuse que sería agrio y picante, y me vino a mí también una arcada y escupí un gargajo espeso que se deshizo enseguida en contacto con la arena caliente del patio. Ahora ya no me cabía ninguna duda de que si no nos proporcionaban la gasolina de inmediato Juan mataría a aquel hombre sin la menor vacilación, aunque nos marchásemos con las manos vacías, que eso era también lo que yo me temía que sucediese como colofón de tan desagradables peripecias, porque lo que tan mal había empezado difícilmente podía enderezarse para bien.
—¡Adentro, vamos, y que nadie se mueva!
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