La idea de esta ruta tan
sugestiva surgió a principios de año a petición de un motorista alicantino, que
había visto entusiasmado el video de presentación del proyecto documental sobre
la antigua N-III, proyecto en el que todavía seguimos trabajando y que a corto
o medio plazo acabará materializándose en un extenso reportaje audiovisual –un
documental, propiamente dicho-, tal y como tenemos previsto y del que venimos
informando ampliamente en este blog.
Como consecuencia de la
realización de los trabajos de campo necesarios para la elaboración de este
documental (toma de miles de fotografías y grabación de cientos de horas de
video, fundamentalmente), en los últimos tres años habíamos recorrido la
primitiva carretera de Madrid a Valencia en infinidad de ocasiones, pero
siempre en etapas parciales destinadas a cubrir tramos y lugares concretos del
trayecto según los íbamos necesitando para estos trabajos. Sin embargo, aunque
no lo descartábamos, no nos habíamos propuesto todavía cubrir la ruta histórica
completa en una sola jornada y con una intención eminentemente turística
orientada a la participación de personas ajenas al proyecto y, por lo tanto,
desconocedoras de los muchos puntos de interés que jalonan el trazado original
de esta carretera, ya casi relegada al olvido y a la nostalgia de los
aficionados a la arqueología viaria al ser sustituida en su totalidad desde
hace años por la autovía A-3.
Con la entusiasta petición del
motorista alicantino antes citado, ya se hacía ineludible la realización de la
ruta histórica completa por la N-III en una sola y maratoniana jornada de
muchas horas (hasta doce, o más), y para tal fin fijamos con la suficiente
antelación la fecha del martes 3 de Septiembre de 2013, estableciendo además
una participación máxima de seis u ocho motocicletas, ya que por cuestiones
técnicas un número mayor de vehículos habría resultado inconveniente, dadas las
características concretas de la ruta a realizar.
A principios de Agosto, cuando el
que esto escribe, máximo responsable de la organización del evento, estaba
comenzando los preparativos del mismo, recibió la inoportuna noticia de que el
alicantino había sufrido una caída en bicicleta produciéndose una doble fractura
del brazo izquierdo, lo que inevitablemente le convertía en baja segura para la
ruta. En las semanas siguientes, las dos o tres personas que en principio le
iban a acompañar en el evento, decidieron desistir también de su participación
en el mismo. Así las cosas, y a falta de confirmar la asistencia, en principio
incierta, de otras dos personas, estuve a punto de cancelar sine die la realización de la ruta,
puesto que casi todo se volvía en contra.
Entretanto, mientras
seguía debatiéndome entre la necesidad obligada de suspender la ruta y los
deseos de realizarla aunque sólo fuese con dos participantes, incluyéndome a
mí, se hacía necesario elaborar un par de recuerdos conmemorativos de la misma,
por si finalmente tenía lugar. Uno de ellos era una camiseta con un estampado
llamativo y a todo color con la leyenda de esta ruta, y aunque disponía de
varias ideas para su diseño, mis escasas habilidades técnicas para estas tareas
y sobre todo la premura de tiempo, me obligaron a solicitar la colaboración de
terceras personas más cualificadas. Fue así que en apenas dos semanas tuve ya
el diseño definitivo gracias al voluntarioso trabajo de Gateco, con quien
contacté a través de Forocoches. Simultáneamente me puse también manos a la
obra con el modelado en barro y a escala 1:10 de al menos una réplica de los
antiguos hitos kilométricos del denominado Plan Peña, y en concreto el
correspondiente al km. 241 de la primitiva N-III, todavía existente en el
puerto de Contreras original, a petición del valenciano Paco Vila, gran
conocedor de esta ruta y hasta el momento el único que había asegurado su
participación. Por fin, a menos de cinco días para la realización de la ruta,
recibí también la confirmación afirmativa de Javier de Fuentes, que vendría
desde Galicia en las horas inmediatas y cuya presencia dotaba de mayor interés
turístico al proyecto, ya que él, a diferencia de Paco y de mí, no conocía la
ruta histórica de la N-III y el enseñársela ya suponía un importante acicate
para nosotros.
Así las cosas,
contando ya con la partipación oficial de tres personas, la I N-III RUTA
HISTÓRICA iba a realizarse con normalidad en la fecha prevista a pesar de todas
las vicisitudes previas. En apenas 48 horas tenía que llevar a imprimir tres
camisetas de otras tantas tallas diferentes a una tienda especializada y
finalizar el modelado y pintura de tres hitos a escala, el 241 ya citado de
Paco, el 244 para Javier, y el 243 para mí. Demasiado trabajo para tan poco
tiempo, que sin embargo conseguí finalizar in extremis a costa de robarle horas
al sueño.
A menos de 24
horas del comienzo de la ruta surgió un nuevo inconveniente trascendental:
recibí una llamada telefónica de Paco comunicándome que había roto el embrague
de su moto (una BMW R-1200 GS) en la provincia de Guadalajara cuando subía
desde Valencia dando una vuelta por Teruel y por la Alcarria. Esta inesperada
contrariedad suponía la baja casi segura del valenciano en la ruta, ya que era
del todo imposible que su moto estuviese reparada esa misma tarde en el taller
de Madrid adonde llegó remolcada en una grúa. Sin embargo, aún quedaba una
remota posibilidad de superar este contratiempo, y consistía en intentar
alquilar una moto casi a contrarreloj, para lo cual me puse a realizar las
oportunas gestiones a través de internet y telefónicamente. Parece fácil
alquilar una moto de mediana o gran cilindrada en Madrid capital un lunes de
primeros de Septiembre, pero no lo es en absoluto. En muchas de las empresas dedicadas
a este servicio sólo disponen de motos de 125 centímetros
cúbicos, en otras que trabajan con cilindradas superiores no se encontraban
vehículos disponibles en ese momento, y en las restantes consultadas, en cualquier
caso las dificultades de todo tipo para conseguir una moto esa tarde o a la
mañana siguiente hacían inviable la operación. Sin embargo, quedaba una mínima
posibilidad en una de ellas, y para allá que se fue Paco en taxi a toda prisa
consiguiendo a las nueve de la noche una Kawasaki Vulcan 900, una moto de
estilo custom no muy adecuada para
esta ruta, pero que en todo caso volvía a ponerle en la carretera al día
siguiente, que es de lo que se trataba.
A las diez y
cuarto de la noche quedamos en el centro de Madrid, en la Plaza de Canalejas,
muy cerca del hotel en donde se alojaba Paco, los tres integrantes de la
expedición para una cena frugal a base de tapas y ultimar los detalles de la
ruta del día siguiente. Decidimos salir a las nueve de la mañana de la Plaza de
Cibeles, en lugar de hacerlo desde la Puerta del Sol, de acceso y parada más
complicada, de modo que realizaríamos el trayecto clásico de la N-III de los
años 60 por las calles de Madrid (Alfonso XII, Atocha, Plaza de Mariano de
Cavia y Plaza de Conde de Casal), que sustituyó al primitivo a través de la
Avenida Ciudad de Barcelona y Avenida de la Albufera, en Vallecas.
Puntualmente,
a las 9 horas del 3 de Septiembre de 2013 nos encontramos frente a la castiza
Cibeles vestidos cada uno de nosotros con la camiseta conmemorativa y
dispuestos a emprender la I Ruta Histórica N-III que tantas veces había estado
a punto de ser suspendida o por lo menos de verse muy devaluada en cuanto a
participantes. Pero tres, y bien avenidos, éramos suficientes para llevarla a
cabo, a la espera de tiempos mejores y posteriores ediciones que sin duda
realizaremos para que puedan participar quienes por unas u otras circunstancias
se han quedado fuera de la primera.
Después de
rodar una veintena de kilómetros por la autovía A-3, nos desviamos para buscar
nuestro primer objetivo: el antiguo Puente de Arganda sobre el río Jarama, que
prestó servicio en la carretera de Madrid a Valencia hasta el año 1963.
Estuvimos unos minutos sobre el puente y sus alrededores antes de emprender la
marcha hacia las cuestas de Perales de Tajuña, un tramo que no se abandonaría
hasta bien entrados los primeros años noventa del pasado siglo, por lo menos.
El sol ya empezaba a calentar demasiado y decidimos obviar la antigua
circunvalación de Arganda, también construida en los años 60, para cruzar sin
detenernos por la variante de Perales y llegar hasta el castillo de Fuentidueña
de Tajo, nuestra siguiente parada. Tanto Paco como Javier aprovecharon aquí
para aplicarse crema hidratante, el primero en las manos, pues conducía sin
guantes al haberlos olvidado en su moto que había quedado en el taller la víspera,
y el segundo en la cara, un tanto quemada por alguna incursión playera en su
tierra gallega en fechas anteriores.
Pocos minutos
después hacíamos la tercera parada de la jornada y la breve visita obligada al
puente de hierro de Fuentidueña, construido en el siglo XIX y que prestó
servicio en la carretera hasta mediados de los años 50 del pasado XX, cuando se
construyó el segundo puente, al que aún habría de sustituirle un tercero, ya en
los 90, que es el que actualmente da servicio a la autovía A-3. (Leer reportaje sobre los tres puentes de Fuentidueña en este mismo blog).
Estuvimos
debatiendo un rato acerca de recorrer o no el famoso tramo de adoquines de
Belinchón, también conocido como la “M”, pero finalmente decidimos obviarlo a cambio
de recorrer posteriormente el de Saelices, muy similar, en los dos sentidos.
Igualmente suprimimos de la ruta la monótona travesía de Tarancón y la visita a
la Gasolinera Espiritual de Tribaldos, fijándonos nuestra siguiente
parada, la cuarta, en la Cruz de Nino Bravo, situada a las afueras de
Villarrubio, kilómetro 95, en donde el famoso cantante valenciano perdió la
vida en accidente de tráfico en 1973. Javier no conocía la historia y no
tuvimos inconveniente en rememorar para él los detalles trágicos de aquel
suceso desafortunado del que hace pocos meses se cumplieron cuarenta años.
Quinta parada
en Saelices, primitiva travesía de la N-III, para tomar un ligero aperitivo en
la terraza de un bar de carretera que debió de conocer, sin duda, tiempos
mejores. Sin prisa por reanudar la marcha, consumimos en este lugar algunos
refrescos y cervezas y unos largos y agradables minutos de conversación antes
de atravesar por fin el tramo adoquinado de Saelices en sentido Valencia para
llegar al tramo de asfalto en desuso en donde se encuentra la conocida como curva de los novios, en donde una pareja
valenciana (novios o recién casados, no es preciso este dato) perdieron la vida
en accidente de tráfico en Mayo de 1967. Esta habría de ser nuestra sexta
parada. Un pequeño terreno vallado y colindante a la curva, adquirido por la
familia de los infortunados, recuerda esta desgracia con nombres y fecha
inscritos en una cruz de piedra erigida en un leve promontorio. La cerca de
madera que daba acceso a la parcela estaba entreabierta y tanto Javier como yo
accedimos a su interior para tomar fotografías y colocar unas flores de papel,
que estaban caídas en el suelo, a modo de respetuosa ofrenda. De todos modos el
lugar parece tan abandonado como el propio tramo de carretera en donde se
ubica.
Antes de continuar
la ruta, decidí colocar la cámara Drift de
alta definición sobre el soporte habilitado en la moto para grabar videos de la
carretera. Un mando a distancia con sólo dos botones on/off fijado con velcro
sobre el tablero de mandos de la moto permite en teoría activar y desactivar a
voluntad las grabaciones, pero digo en teoría porque el botón de off no funciona siempre correctamente, y
esto obliga a menudo a bajarse de la moto y actuar directamente sobre los botones
de la videocámara para detener la grabación.
Séptima parada
en el área de descanso del CNFE (Circuito Nacional de Firmes Especiales) en el
tramo de adoquines de Saelices, construida en 1930, según reza en un rótulo
tallado en la fuente de piedra que todavía se conserva. Recorremos ahora dicho
tramo en sentido Madrid para volver a la travesía posterior de Saelices (años
60) y tomar de nuevo la dirección hacia Valencia. Nuestros siguientes objetivos
son las travesías de Montalbo y de Villares del Saz, y en la primera perdemos a
Javier, con el que volveremos a contactar más adelante, previa llamada
telefónica al móvil, en la gasolinera de esta última localidad, en donde
aprovechamos los tres para repostar combustible. Esta es nuestra octava parada
y ya llevamos cerca de cinco horas de viaje en las que hemos recorrido poco más
de 130 kilómetros.
El calor se vuelve insoportable por momentos en las horas centrales del día.
Recorrer el
primitivo trazado decimonónico de la carretera Madrid-Valencia a través del
itinerario del Júcar (Olivares, Valverde, Hontecillas, Buenache de Alarcón y
Olmedilla de Alarcón), que estuvo en servicio hasta el año 1955, o bien hacerlo
a través del trazado que lo sustituyó en esa fecha (La Almarcha, Honrubia,
pantano de Alarcón), he aquí el dilema. Lo más genuino habría sido recorrer el
trazado decimonónico, pero como ya vamos apurados de tiempo llegamos a una
solución de compromiso: recorreremos la ruta sustitutiva por Honrubia, continua
y mucho más rápida, y poco antes de llegar a Motilla del Palancar haremos una
incursión en el tramo primitivo hasta Olmedilla u Hontecillas, a propuesta de
Paco. Mi propuesta consiste, además, en parar antes en Honrubia para comer
tranquilamente, siendo ambas propuestas aprobadas por unanimidad.
Nuestra novena
parada se produce, pues, en la terraza de un restaurante de carretera de
Honrubia, en donde degustamos sin prisas el económico y variado menú del día, del
que elegimos una sopa de menudillos, pisto manchego, ensaladilla rusa,
codornices, chuletas a la brasa, cervezas, agua, postres, cafés con hielo y
hasta cigarro puro (sólo yo), antes de volver a la ruta con ostensible pereza.
En un mirador en las proximidades de la presa del pantano de Alarcón efectuamos
la décima parada de la jornada, también muy demorada, para charlar y tomar
fotografías. A estas alturas del viaje ya hemos decidido, igualmente por
unanimidad, tomarnos las cosas con calma y visitar todo lo que nos sea posible
pero sin ceñirnos estrictamente al guión establecido sobre el papel, imposible
de cumplir en su totalidad en una sola jornada. La conclusión obligada de todo
esto, seguramente válida para futuras ediciones, es que lo ideal sería
pernoctar a mitad de camino (en Honrubia o en Motilla del Palancar como lugares
más aconsejables), para realizar completa y detalladamente la ruta histórica
por la N-III en dos jornadas consecutivas.
Obviamente
esto ya no era posible ni estaba previsto en esta I ruta del 3 de Septiembre,
de modo que continuamos camino según las decisiones improvisadas que íbamos
tomando sobre la marcha, y nos desviamos poco antes de Motilla por la primitiva
carretera decimonónica procedente de Olivares para visitar al menos uno de los
tramos interrumpidos por el embalse del Júcar con origen en Olmedilla de Alarcón,
según criterio de Paco, que era quien abría la marcha y decía conocer el lugar.
Nos internamos por una larga pista de tierra en buen estado para llegar a una
bifurcación de caminos que Paco no reconoció como el sitio que había visitado
anteriormente en alguna de sus muchas incursiones por la zona. Sin embargo este
paraje, en donde se divisaban una especie de marismas remansadas del Júcar, era
hermoso y singular, aunque no fuese el lugar que andábamos buscando. Esta fue
nuestra undécima parada antes de volver a la carretera asfaltada y regresar
hacia Motilla del Palancar, pues no había tiempo para seguir internándonos en
la vieja ruta del Júcar.
Cruzamos
Motilla, Castillejo (descartamos también la visita al tramo abandonado con toro
de Osborne), Graja de Iniesta y Minglanilla sin detenernos para ir a buscar el
primitivo puerto de Contreras, que estuvo en servicio hasta finales del año
1969 y que resulta, con abrumadora diferencia, lo más interesante que puede
encontrarse en esta ruta histórica por la N-III. Duodécima parada en la antigua
Venta Contreras, casa de postas original del siglo XVI, que todavía se
conserva, y en donde aprovechamos para tomar unos refrescos demoradamente y
decidir que después de recorrer a conciencia este tramo singular de la carretera
hasta Villargordo del Cabriel retomaríamos la autovía A-3 hasta el puerto de
Buñol, obviando pues las travesías de Caudete, Utiel, San Antonio y Requena en
el trazado de la antigua N-III, por falta material de tiempo, ya que la tarde
estaba muy avanzada.
Decimotercera
parada en el puente decimonónico sobre la presa de Contreras, límite de
provincias entre Cuenca y Valencia, faraónica obra pública, al igual que el
resto de este trazado, del insigne ingeniero de caminos Lucio del Valle, unos
trabajos que se llevaron a cabo entre 1841 y 1851, como atestiguan unas placas
conmemorativas de piedra colocadas en los muros del puente. Instalo ahora la
cámara de video Drift en un soporte trasero de la moto para
grabar la carretera de espaldas a partir de este punto, consiguiendo unas tomas
más espectaculares de nuestro paso por las innumerables curvas peraltadas del
trazado, que aún conservan los viejos postes de contención fabricados en
hormigón armado, conservándose también algunos restos de malla metálica y primitivas
señales de tráfico. Atravesamos la colonia de Contreras, construida a
principios de los años sesenta para alojamiento de los trabajadores de la
fábrica de cemento, hoy abandonada, que prestaba servicio en la construcción de
la presa, y sin detenernos cruzamos la verja abierta que delimita los dos
tramos de carretera de las Cuestas de Contreras, el primero de circulación
libre y el segundo, a partir de este punto, restringido al tráfico, excepto
para colindantes, según advierte un
cartel junto a la señal de prohibido el paso. Sí, está prohibido circular por
este tramo de aproximadamente siete kilómetros entre la fábrica de cemento y
las proximidades de Villargordo del Cabriel, a menos que puedas documentar
que posees alguna finca o terreno colindante en la zona. Sin embargo, este
trayecto es tan solitario y se encuentra tan abandonado (aunque en muy
aceptable estado de conservación), que resulta casi del todo improbable que
alguien vaya a importunarte por saltarte la prohibición. Cabe resaltar que sólo
nos encontramos con una pareja de ciclistas, que nos saludaron amablemente, en
el largo espacio de tiempo que estuvimos en el tramo.
Decimocuarta,
decimoquinta y decimosexta paradas en los hitos kilométricos 241, 243 y 244,
respectivamente, para hacernos fotografías en ellos cada uno de nosotros con
nuestros correspondientes hitos de barro a escala conmemorativos de la ruta,
según la idea previa que había tenido yo antes de salir de Madrid. También se
conservan el 238, el 239, el 245 y el 246. (Ver reportaje sobre los siete hitos de Contreras en este mismo blog). Están todos ellos
fabricados en hormigón, y como curiosidad
comentar que el 244, que era el que le correspondió a Javier, se encontraba
duplicado, hallándose un ejemplar primitivo y muy deteriorado tirado en el
talud de la cuneta junto al que todavía sobrevive bien asentado en posición
vertical, aunque en ambos casos completamente desprovistos de pintura ni de
caracteres indicativos.
Después de
dieciséis paradas y casi once horas de viaje, el cansancio ya se hacía notar,
hasta el punto de que las tres detenciones en los hitos de Contreras, aunque
muy agradables e interesantes, no estuvieron exentas de alguna dificultad. Los
peraltes de la carretera, sobre todo en las curvas, son tan exagerados, que a
menudo resulta complicado estacionar las motos con seguridad, y más en
particular las altas y pesadas BMW R-1200 RT de Javier y la Honda Varadero 1000
del que esto escribe. Más sencillo resultaba con la Kawasaki Vulcan 900 de
alquiler que llevaba Paco, como todas las custom
una moto también pesada pero de
escasa altura y con el centro de gravedad muy bajo, lo que facilita las
maniobras en parado en este tipo de terrenos.
De Villargordo
del Cabriel hasta el puerto -o el portillo- de Buñol ya por la autovía y sin detenciones,
como hemos comentado antes. La tarde ya estaba vencida y no había tiempo para
más. Todavía tuvimos oportunidad, sin embargo, de vivir una peligrosa e
incierta aventura en un camino de servicio con el firme de hormigón y unas
pendientes y curvas inverosímiles por el que se internó Paco temerariamente
buscando el acceso al Buñol. Sólo de milagro no sufrimos una caída. Pensábamos
que conocía este atajo, y cuando nos confesó que era la primera vez que pasaba
por allí, tanto Javier como yo nos miramos estupefactos. Recorrimos
plácidamente el puerto de Buñol con un postrero rescoldo de luz en el cielo y
nos detuvimos por decimoséptima y última vez junto a la ermita de San
Cristóbal, en el kilómetro 303. Aquí decidimos despedirnos, pasando por alto la
travesía de Chiva, la visita al puente de la rambla del Poyo y la propia
entrada a la ciudad de Valencia a través de la Avenida del Cid. Llevábamos doce
horas exactas en la carretera y a Javier y a mí todavía nos quedaban más de
cien kilómetros nocturnos por autopista hasta el norte de la provincia de
Alicante, en donde teníamos previsto pernoctar. Cuando llegamos a destino,
después de más de trece horas de viaje,
los odómetros parciales de nuestras motos marcaban 485 kilómetros.
En conclusión,
esta I RUTA N-III HISTÓRICA ha sido todo un éxito y un evento destacable que
recordaremos gratamente durante muchos años, a pesar de no poder llevarlo a
cabo en su totalidad, como acabamos de relatar. Estrictamente, y a modo de
resúmen final de la crónica, esta es la relación de los lugares que dejamos de
visitar o de recorrer y que estaban contemplados en el proyecto original
íntegro:
-Puerta del Sol y Avenida de la Albufera de Madrid, con sus correspondientes conexiones urbanas.
-Variante de
Arganda de los años 60.
-Puente de los
años 50 en Fuentidueña de Tajo.
-Tramo de
adoquines de Belinchón, también conocido como la “M”.
-Travesía de
Tarancón.
-Gasolinera espiritual en el desvío a
Tribaldos.
-Trazado
decimonónico de la carretera a través del alto Júcar.
-Travesías de
La Hinojosa y La Almarcha.
-Tramo
abandonado con toro de Osborne en Castillejo de Iniesta.
-Travesías de
Caudete de las Fuentes, Utiel, San Antonio y Requena.
-Travesía de
Chiva y tramo abandonado al final de la población.
-Puente de la
rambla del Poyo.
-Entrada en
Valencia a través de la Avenida del Cid.
Y como ya
hemos mencionado con anterioridad, la única posibilidad razonable de realizar
el trazado histórico íntegro y visitar con calma todos sus lugares de interés
pasa ineludiblemente por realizar la ruta en dos jornadas consecutivas,
pernoctando a mitad de camino, algo que sin duda consideraremos muy seriamente
de cara a futuras ediciones de este evento.
VIDEOS CORTOS DE LA I RUTA N-III HISTÓRICA
ANEXO PUBLICADO EL 12 DE MAYO DE 2016
Con motivo de los preparativos para la realización de la II RUTA MOTORISTA N-III HISTÓRICA, prevista para el sábado 3 de septiembre de 2016, justamente tres años después de la primera, descubrimos que era posible diseñar unos sellos de Correos de curso legal completamente personalizados, y con el objeto de experimentar un posible recuerdo para la II Ruta, nos decidimos a gestionar una impresión de un pliego de 25 sellos conmemorativos de la I Ruta al precio total de 33'50 euros. El motivo de diseño utilizado en dicho sello es el mismo que figuraba en la parte frontal de las camisetas conmemorativas de aquel evento. Este es el resultado con todo detalle: