Un interesante tramo de la N-III
en desuso que redescubrí en solitario el pasado 27 de Abril de 2015 y por el
que ya había transitado en compañía, aunque sin detenernos ni prestarle la
debida atención, en Septiembre de 2013 como parte improvisada y accidental del
recorrido de la I RUTA N-III HISTÓRICA realizada en moto. Se trata del comienzo del célebre puerto de
Buñol en sentido Valencia, a la altura de Siete Aguas, y que presenta unas
singulares características que evidencian múltiples transformaciones en el
trazado de la primitiva N-III en este punto a lo largo de los últimos años
hasta culminar con la construcción de la autovía, lo que supuso su abandono
definitivo pero no la interrupción completa de su recorrido parcial, que adopta
ahora una extraña, inquietante y caprichosa continuidad no siempre transitable
para todo tipo de vehículos.
Sirvan estas observaciones sólo como
un adelanto de nuestros trabajos venideros, porque en esta nueva entrega del blog no nos vamos a
ocupar del tramo en sí, sino sólo del hito del km. 297 que todavía se conserva
en muy buen estado al comienzo del mismo. En posteriores entregas nos
dedicaremos con todo detalle a recorrer dicho tramo, que ilustraremos
convenientemente con los videos que hemos grabado al efecto y con algunas
oportunas capturas de Google Maps.
Este hito del km. 297 de la N-III
recién descubierto (a la espera de encontrar algunos más, si existieran) viene
a incrementar nuestra recopilación de hitos del Plan Peña supervivientes en el
antiguo puerto de Buñol, de los que tenemos al menos documentados en nuestra 8ª y última edición el 300, 303 y 310,
a falta de una próxima actualización de los datos
disponibles. Y como puede observarse en las imágenes adjuntas, el 297 pervive
todavía solitario, majestuoso e imponente en tierra de nadie, a mitad de camino
entre la autovía y la primitiva N-III en este tramo accesible pero carente de
tránsito, lo que nos permite augurarle todavía larga vida quizá exenta de
vandalismos y destrucciones indeseables. La pintura y el trazo de los
caracteres se ha ido degradando a semejanza de los demás vecinos que aún
sobreviven, y sólo conserva legible el punto kilométrico en una de sus caras
con la tipografía típica de la zona, que además parece haber sido rectificado
en alguna ocasión como consecuencia de las innumerables variaciones históricas
del trazado de la carretera. Pero en cualquier caso se trata de un hallazgo
inesperado y grato del que, personalmente, me siento muy satisfecho, ya que
supone un nuevo acicate para continuar con mi búsqueda de vestigios pasados de
la N-III, la mayoría de las veces, como en esta, en solitario y en difíciles
circunstancias, lo que otorga a mis exploraciones el valor añadido de la
voluntad, la perseverancia y el esfuerzo recompensados por el éxito.