También conocido como la "M", o las "EMES", por la forma característica de su trazado, se trata de un tramo de unos 830 metros de longitud, de los cuales 600 metros continuos conservan la calzada original de adoquines de los tiempos del Circuito Nacional de Firmes Especiales (C.N.F.E.), y formó parte primero de la ruta decimonónica construída por el ingeniero de caminos Lucio del Valle entre Madrid y Valencia, posteriormente denominada como carretera radial de primer orden de Madrid a Castellón por Valencia en la época del C.N.F.E. citado, y por último, finalizada la Guerra Civil, carretera nacional III (N-III), de Madrid a Valencia, si bien formó parte de este trazado durante pocos años, como veremos enseguida, ya que el tramo fue desdoblado en una fecha imprecisa en los años cincuenta o principios de los sesenta del pasado siglo XX.
Discurre al sur del pueblo de Belinchón (Cuenca), a unos 750 m. de altitud, entre los primitivos kilómetros 75 y 76, y consta de tres curvas a derechas y tres a izquierdas, dos de las cuales (una a izquierdas y otra a derechas, ambas peraltadas) constituyen el cerrado zig-zag característico del tramo, perfectamente visible desde el aire en las tomas de Google Maps, por ejemplo, como ilustra la siguiente imagen que hemos editado:
Muy similar en su estructura y diseño al tramo adoquinado de la misma carretera que también se conserva en Saelices, 30 kms. más adelante, y con notables similitudes con la propia travesía antigua de Requena, ya en la provincia de Valencia, y con los restos de carretera en los alrededores del puente de Arganda, constituye sin duda una interesante muestra de la ingeniería de caminos del siglo XIX y es casi milagroso que se haya conservado prácticamente intacto hasta nuestros días. Ello se debe, por supuesto, al mero azar y a que sigue prestando servicio de acceso a algunas viviendas y dotaciones municipales a las afueras de Belinchón, y no al interés inexistente de las autoridades en la preservación del patrimonio histórico viario. De hecho, los primeros 200 metros del tramo viniendo desde Madrid han perdido el adoquinado en favor del asfalto, y es de temer que el resto del trazado termine por perderlo también más pronto que tarde.
Como parte muy interesante y destacada de nuestro proyecto de video documental sobre la antigua N-III, lo hemos recorrido en moto varias veces en los dos sentidos, haciendo diversas grabaciones y tomado innumerables fotografías del mismo desde muchos de sus ángulos posibles. Este video que mostramos a continuación es sólo una muestra muy breve de nuestros trabajos en el tramo adoquinado de Belinchón:
Muy similar en su estructura y diseño al tramo adoquinado de la misma carretera que también se conserva en Saelices, 30 kms. más adelante, y con notables similitudes con la propia travesía antigua de Requena, ya en la provincia de Valencia, y con los restos de carretera en los alrededores del puente de Arganda, constituye sin duda una interesante muestra de la ingeniería de caminos del siglo XIX y es casi milagroso que se haya conservado prácticamente intacto hasta nuestros días. Ello se debe, por supuesto, al mero azar y a que sigue prestando servicio de acceso a algunas viviendas y dotaciones municipales a las afueras de Belinchón, y no al interés inexistente de las autoridades en la preservación del patrimonio histórico viario. De hecho, los primeros 200 metros del tramo viniendo desde Madrid han perdido el adoquinado en favor del asfalto, y es de temer que el resto del trazado termine por perderlo también más pronto que tarde.
Como parte muy interesante y destacada de nuestro proyecto de video documental sobre la antigua N-III, lo hemos recorrido en moto varias veces en los dos sentidos, haciendo diversas grabaciones y tomado innumerables fotografías del mismo desde muchos de sus ángulos posibles. Este video que mostramos a continuación es sólo una muestra muy breve de nuestros trabajos en el tramo adoquinado de Belinchón:
Pero no menos interesantes son las emociones y las reflexiones que suscita este arcaico vestigio de carretera nacional que probablemente estuvo en servicio todavía hasta hace medio siglo. No podemos saberlo con exactitud, pero es probable que exista documentación al respecto y personas que tengan acceso a ella, lo cual no es nuestro caso. Nuestra única e imprecisa fuente de información son los mapas de la serie histórica a escala 1:50.000 del Instituto Geográfico Nacional, y por ellos hemos sabido que entre 1963 y 1968 el tramo ya había dejado de prestar servicio en la carretera de Madrid a Valencia, pero muy probablemente dejó de hacerlo mucho antes, seguramente a mediados o finales de la década de los cincuenta. Las ediciones inmediatamente anteriores del mapa del IGN datan de 1919 y de 1941, y en ellas la carretera de Madrid a Valencia todavía transitaba por la famosa "M" de Belinchón, como es lógico. Probablemente la consulta de mapas específicos de carreteras posteriores, entre 1950 y 1960, por ejemplo, arrojaría la suficiente luz sobre el tema, pero no hemos tenido acceso a ninguno de ellos hasta la fecha.
Pero al margen de la fecha exacta en la que este tramo adoquinado dejó de prestar servicio en la ya entonces N-III, a fin de cuentas un simple dato cronológico, las emociones y reflexiones que suscita actualmente, como decíamos, no son en absoluto desdeñables. Desde luego van desde la sorpresa hasta la admiración, pasando por la incredulidad y el estupor ante la idea de que semejante trazado, tan revirado y tortuoso, hubiera podido formar parte de la ruta entre dos ciudades tan importantes como Madrid y Valencia durante tantos años, y sobre todo ya en tiempos más contemporáneos (años 50 y tal vez 60 del siglo XX), cuando la circulación rodada demandaba ya unas vías de comunicación mucho más avanzadas de lo que resultaban las primitivas carreteras decimonónicas diseñadas para el tránsito de carros y caballerías. Porque además, las transformaciones y reformas emprendidas por el C.N.F.E. entre los años 20 y 30 en este tipo de recorridos las más de las veces se limitaban a mejoras en la calzada (adoquinado o riego asfático) y peraltado y señalización de las vías para adaptarlas al tránsito de vehículos automóviles, pero sólo muy excepcionalmente se rectificaban o variaban completamente estos trazados diseñados casi un siglo antes.
Recorrer el tramo de adoquines de Belinchón en la actualidad es una experiencia verdaderamente conmovedora que nos remite a épocas tan lejanas que la mayoría de nosotros ni siquiera hemos conocido, y aún peor -o mejor-, ni siquiera imaginado. Y quienes sí lo conocieron en servicio y todavía están vivos, ya no pueden recordarlo con precisión. En todo caso eran unos tiempos en los que viajar de Madrid a Valencia o viceversa, como queda expuesto en el video, podía suponer no menos de ocho o diez horas atormentadas de carretera.
Y por último, fascinados como estamos con este vestigio patrimonial de nuestras carreteras, nos hemos permitido un inocuo pero divertido pasatiempo: conducir un autobús por esta calzada de adoquines. Eso sí, virtualmente, con un simulador de conducción. He aquí el resultado:
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