martes, 29 de abril de 2014

ANTIGUAS FONDAS, BARES DE CARRETERA Y HOSTALES EN LA N-III.




Recientemente ha establecido contacto con nosotros, después de descubrir este blog, un director y productor de cine ocupado en la actualidad en la tarea de localización de exteriores para un cortometraje ambientado en los años 70 del pasado siglo, cuyo rodaje parece inminente. No sabemos si es imprescindible para el guión del cortometraje que la ambientación de época se desarrolle en el entorno de la antigua N-III, o bien esto resulta accesorio y circunstancial, pero lo cierto es que ha solicitado nuestra colaboración para que le ayudemos a localizar alguna fonda, bar, hostal o restaurante de carretera ya añejo en esta ruta casi abandonada que fue la nacional de Madrid a Valencia durante muchas décadas.

Y desde luego difícilmente podría haber encontrado el cineasta un sitio más acertado para su solicitud que este blog, en donde nos dedicamos desde hace más de un año a mostrar todos los aspectos de esta carretera condenada ya por fuerza a ser histórica, y apoyados además por el peso y la experiencia de varios años más que llevamos recorriéndola de manera exhaustiva e intensiva con el objeto de realizar en un futuro próximo un video documental sobre ella. Por consiguiente, la demanda de colaboración ha sido atendida de inmediato y con sumo interés por nuestra parte, y acabamos de concluirla con éxito, después de varias intervenciones, toda vez que el establecimiento hostelero de la N-III con las características precisas requeridas para la ambientación en los años 70 del filme ha sido ya encontrado a plena satisfacción artística y/o técnica del equipo de rodaje.

No lo desvelaremos por aquí, desde luego, puesto que no nos parece conveniente y su elección resulta completamente ajena a los propósitos de este reportaje. Sin embargo, sí aparecerá entre alguna de las imágenes que hemos seleccionado para el mismo. Sin entrar en las características concretas que debía reunir este establecimiento de carretera para la ambientación del corto -y que a nosotros tampoco nos han sido referidas con excesivo detalle-, el hecho es que hemos recurrido a la memoria y a la siempre inestimable ayuda de Google Maps/Street Views para localizar los escenarios pretendidos. Ciertamente, muchos de estos escenarios los tenemos convenientemente fotografiados y filmados después de las numerosas andanzas que hemos llevado a cabo por la N-III como parte de los trabajos de campo para el documental. Pero para la colaboración que se nos solicitaba se hacía necesaria otro tipo de información más objetiva, puesto que a partir de los enlaces a Google Maps/Street View que le hemos facilitado, nuestro cineasta se lanzaba a la carretera a visitar los establecimientos y lugares sugeridos para verificar si podían resultan idóneos para su cortometraje, lo que después de varios intentos fallidos previos ha sucedido por fin.



https://www.google.com/maps/@39.609138,-2.281228,3a,75y,240.04h,96.87t/data=!3m4!1e1!3m2!1stJpRCMkHf0SfEM7qZbEK8Q!2e0


https://www.google.com/maps/@39.539998,-1.507596,3a,32.1y,172.34h,88.25t/data=!3m4!1e1!3m2!1sDxnLiNRWGrDRNe1ZMoVrwQ!2e0


Arriba, el MESÓN HONRUBIA, cerrado desde hace tiempo. Sobre estas líneas, la VENTA DE CONTRERAS, todavía en funcionamiento. (Haciendo clic sobre cada imagen se abre el correspondiente enlace a Google Maps/Street View).


Y a propósito del material aportado para tan interesante asunto cinematográfico, nos ha parecido idóneo dedicarle al tema de las fondas, bares, hostales o restaurantes de carretera de la antigua N-III este reportaje propio en el blog, ya que no nos habíamos ocupado con anterioridad de él. Resulta desde luego imposible concebir la historia de esta carretera sin el protagonismo que a lo largo de los años han tenido todos los establecimientos de hostelería asentados en sus orillas, la mayoría de los cuales, por desgracia, han ido desapareciendo como consecuencia del desdoblamiento de la primitiva ruta en la moderna autovía A-3 y la subsiguiente disminución e incluso casi absoluta desaparición del tránsito rodado en el trazado original que todavía se conserva. Un abandono de la carretera general de Madrid a Valencia que también ha arrastrado a la extinción a talleres, gasolineras y otros servicios asociados a la carretera. 

Como consecuencia de ello, una vez perdidas todas sus expectativas comerciales, muchos de estos establecimientos han llegado a desaparecer incluso físicamente, es decir, han sido demolidos completa o parcialmente, en cuyo último caso aún se conservan ruinosos vestigios de ellos. Pero por ahora los que a nosotros nos interesan son los que aún se mantienen en pie, unos -los menos- todavía en funcionamiento, y otros -la mayoría de ellos- ya cerrados a cal y canto para siempre, pero conservando impoluta una hermosa dignidad hecha de nostalgia y decadencia que nos habla de tiempos pasados que fueron diferentes y, quizá, mejores. Tal vez si los muros, paredes y mostradores de estos viejos restaurantes y hostales de carretera pudieran hablar, podrían ilustrarnos sobre la vida y milagros de la ruta nacional de Madrid a Valencia mejor que millones de libros de historia que se pudieran escribir al respecto. Porque todo cuanto se ha hablado y escrito sobre el pasado de esta carretera y de todas las demás de nuestro país representa apenas una fracción infinitesimal y cualitativamente despreciable de su realidad completa y humanamente inabarcable.

https://www.google.com/maps/@39.563249,-2.102266,3a,75y,355.78h,83.31t/data=!3m4!1e1!3m2!1s4oE5X2JCotXexy5k_pJSwQ!2e0

El Claridge, construido en 1969 y considerado como un referente arquitéctonico y patrimonial de Castilla-La Mancha, representa mejor que ningún otro hotel de carretera el paradigma de la decadencia, la ruina y el fracaso una vez que la antigua N-III fue abandonada. En los tiempos de mayor esplendor pasaban las 24 horas del día por sus instalaciones miles de viajeros de camino a Levante o a Madrid, y era parada casi obligada de todas las líneas regulares de autobuses de esta ruta. Lleva años en venta, sin encontrar comprador. Su destino es el olvido y, tal vez, no tardando mucho, la piqueta.


La historia de estos establecimientos de carretera de la antigua N-III es la historia de los fragmentos dispersos y fugaces de las vidas de todos y cada uno de los cientos o miles de millones de viajeros que hicieron escala en ellos alguna vez a lo largo de un tiempo tan dilatado como impreciso. Millones de seres en tránsito que tomaron un bocadillo, un menú o un café en sus instalaciones. Millones de individuos acarreados de un lugar a otro por el destino que aliviaron la vegija en sus urinarios. Millones de almas en gracia o en desdicha que alguna vez durmieron, amaron e incluso murieron en sus camas. Millones de biografías anónimas que jamás dejarían el menor rastro ni recuerdo perdurable sobre barras y mostradores una vez finalizadas sus consumiciones apresuradas y reanudados sus viajes. Una humanidad ingente compuesta por individuos de todas las razas y naciones del mundo que alguna vez, por azar o  propósito deliberado, pusieron los pies en estos locales de carretera, desde Vallecas o Arganda hasta Requena o Valencia, pasando por todos los jalones intermedios del ameno camino al Mediterráneo. La historia de estos establecimientos de carretera de la antigua N-III es, a la postre, hiperbólicamente, la historia total del universo, aunque sólo se refiera a una breve y humilde senda terrenal de 350 kilómetros durante un período de tiempo de siglo y medio, o menos.

Pero la finitud y caducidad del ser humano se refleja también en sus construcciones comerciales, que aunque le sobreviven materialmente en cada época concreta, acaban por extinguirse también cuando la función para la que fueron creadas desaparece o se transforma. Y en este sentido, desde un punto de vista pasivo, una carretera es un elemento generador de vida, desarrollo y progreso mientras funciona activamente comunicando unos lugares con otros, para convertirse en un poderoso agente destructor y disolvente en el momento en que es abandonada o relegada a un rango menor. Ocurrido esto, toda la vida floreciente que se desarrollaba a su alrededor está condenada a desaparecer de manera inexorable.

https://www.google.com/maps/@39.919445,-2.803216,3a,90y,27.07h,106.44t/data=!3m4!1e1!3m2!1s05T_a4C5jCf8HFOrJURFrg!2e0


BAR SORIA, en Saelices. Abandonado a saber desde cuándo. En todos estos arcaicos establecimientos de carretera va sobreviviendo a la intemperie esa curiosa grafía de sus nombres pintados en las fachadas con extravagantes caracteres que nos devuelven a otra época y que deberían ser objeto de estudio por parte de calígrafos, publicistas, diseñadores gráficos o expertos en bellas artes. Pero no nos hagamos ilusiones. Casi nadie les prestará la menor atención. Estamos en España.


https://www.google.com/maps/@39.683558,-2.383889,3a,37.5y,232.74h,94.91t/data=!3m4!1e1!3m2!1sQ9Z0v1-gOkSIDld7h9TJaA!2e0

SAN BARTOLOMÉ, en La Almarcha. En este caso su decadencia se encuentra asociada a la de la gasolinera que se ubica frente a él. Ambos negocios languidecen lentamente si es que no han sufrido ya su amortización definitiva.

Pero aparte de consideraciones filosóficas o pretendidamente literarias sobre su función histórica, el aspecto estético y arquitectónico de estos establecimientos de carretera es también merecedor de una minuciosa observación. Y en este sentido lo primero que sorprende es la uniformidad o cuando menos la similitud morfológica en el diseño funcional de estos edificios en todas las carreteras españolas, no sólo en la antigua N-III. Dicho de otro modo, podrían ser transplantados de un lugar a otro distante centenares de kilómetros y en provincias y regiones diferentes, sin que pareciesen desubicados de su emplazamiento original. Salvo excepciones aisladas, no existe una típica arquitectura local para los bares, hostales o fondas de carretera, y sus diferentes elementos de construcción y de diseño son homologables a todos los establecimientos del país, cada uno dentro de su rango y categoría, por supuesto. Porque aquí también hay clases y clasificaciones, desde los negocios de hostelería más pretenciosos y rimbombantes, con estéticas suntuosas y llamativas, hasta los locales más humildes y modestos, que a menudo ofrecen un aspecto exterior destartalado y deplorable, sobre todo cuando el paso del tiempo y la ausencia de reformas en sus instalaciones se han dejado sentir demasiado, aunque todavía se encontrasen en funcionamiento. Después, cuando inevitablemente llegan la decadencia y el abandono previo cese de la actividad comercial, unos y otros adquieren la misma estética ruinosa y polvorienta que ya los iguala para siempre en su fracaso común.

https://www.google.com/maps/@39.687253,-2.384977,3a,57.1y,284.69h,97.37t/data=!3m4!1e1!3m2!1s9LRZnBDYc9oAgNYiuxbC_w!2e0

HOSTAL SAN CRISTÓBAL, también en La Almarcha (Cuenca). Probablemente se le haya realizado algún lavado de cara a la fachada, pero los vetustos carteles que sobresalen perpendiculares a la misma para mayor visibilidad siguen conservando su añejo encanto de otros tiempos.



https://www.google.com/maps/@39.723405,-2.409613,3a,36.9y,235.54h,91.35t/data=!3m4!1e1!3m2!1s4Wqgxf1a0yf9rZQtFeZH7Q!2e0

Saliendo de La Hinojosa en dirección Valencia nos encontramos con esta lamentable ruina que ni siquiera ha conservado su nombre ni elemento distintivo alguno de su pasado hostelero. La supresión de la travesía de la N-III por la localidad, hace ya muchos años, lo dejó herido de muerte. Y a juzgar por su amplia explanada exterior capaz de albergar cómodamente bastantes vehículos, incluso autobuses y camiones, es de suponer que vivió tiempos pasados de gran actividad y pujanza.


Pero el ser o no ser de estos establecimientos moribundos de la N-III tiene mucho que ver no sólo con el desdoblamiento en autovía de la primitiva carretera general, sino también, y en gran medida, con la transformación de los usos y costumbres viajeras de los ciudadanos como consecuencia de las mejoras técnicas introducidas por el progreso en la red viaria y en los vehículos. Todavía en los años setenta del pasado siglo un viaje Madrid-Valencia (o viceversa) en automóvil podía durar sus buenas seis horas, y casi ninguna exenta de algún sobresalto o contrariedad, por leves que fuesen. Los automóviles tampoco ofrecían grandes comodidades ni la fiabilidad mecánica, las prestaciones y el confort de marcha del que hoy disfrutamos, y esto dejando de lado las penosas condiciones en las que se encontraban en España casi todas sus carreteras, sin excepción de dos carriles, uno por sentido, con los consiguientes riesgos que conllevaba circular por ellas. Todas estas circunstancias concretas, como es obvio, obligaban a los conductores a detenerse a descansar con mayor frecuencia que ahora, lo que en muchos casos, sobre todo si el viaje era largo, conllevaba como mínimo comidas y/o cenas y también pernoctaciones en estos establecimientos de la ruta, lo que justificaba su existencia y sus posibilidades de negocio. 

https://www.google.com/maps/@39.565432,-1.91145,3a,90y,226.72h,92.56t/data=!3m4!1e1!3m2!1sjyYK_S8Jyyjaf17kwAFvpw!2e0
  
BAR DESCANSO, en Motilla del Palancar. A tenor de su estética exterior y del rótulo de Fanta que todavía sobrevive, cabe suponer que este establecimiento ni siquiera llegó a alcanzar en activo la década de los ochenta del pasado siglo. Su escueto nombre, en el que ha preferido omitirse hasta el artículo, resume a la perfección su filosofía comercial e ilustra certeramente sobre la naturaleza de aquellos esforzados viajes del pasado por la N-III.


https://www.google.com/maps/@39.526324,-1.760173,3a,25.5y,71.35h,91.37t/data=!3m4!1e1!3m2!1sukHL9p6yHCHvqbTCMfim0Q!2e0



MESÓN-FONDA DELICIAS, en Castillejo de Iniesta, uno de los tramos de la antigua N-III más desolados que se conservan. Merece la pena resaltar el arcaico anuncio de Philips sobre la fachada del establecimiento, arqueología publicitaria en estado puro. Debería preservarse como genuina reliquia que es, pero sabemos que el día menos pensado acabará desapareciendo.



Todos estos establecimientos de carretera que vamos viendo en el reportaje, ilustrado con capturas de imagen de Google Maps/Street View (salvo la fotografía de cabecera, que es de producción propia), son los últimos vestigios hosteleros que sobreviven en la N-III. No todos están cerrados y abandonados, pero sí la mayoría, y alguno de ellos en estado de ruina absoluta e irreversible. Pero existieron en un pasado lejano decenas más de estos locales, de los que ya nunca tendremos noticia, salvo por fotografías muy antiguas que les hayan sobrevivido o por testimonios orales o escritos que se hayan preservado. También en mapas y grabados antiguos es posible rastrear su existencia pretérita y constatar su extinción.


La historia de la ruta de Madrid a Valencia a lo largo de distintas épocas es bien conocida, y no siempre su trazado coincidió geográficamente con el actual en todo el recorrido. De hecho, existieron varios trazados diferentes hasta que, hacia mediados del siglo XIX, se construyó el más aproximado al que ahora conocemos. Sin embargo, hasta la invención de los vehículos automóviles a principios del siglo XX, tanto las vías de comunicación como los usos y costumbres de los viajes apenas si habían evolucionado desde la época de los romanos. Encomendada toda la tracción de los transportes a las caballerías, un viaje entre la capital de España y la ciudad levantina duraba una semana completa, con pernoctaciones en Arganda, Tarancón, Villar de Cañas, Olmedilla de Alarcón, Minglanilla, Utiel y Buñol. Unas pernoctaciones que se realizaban en casas de postas, ventas y fondas ubicadas en cada uno de los lugares mencionados. Fueron los antecedentes primitivos de los establecimientos hosteleros de carretera contemporáneos, y en realidad desempeñaban una función muy similar a la de éstos.


https://www.google.com/maps/@39.516907,-1.668814,3a,75y,158.78h,93.59t/data=!3m4!1e1!3m2!1sMBN-lkKpfkpzMhDwUF2l4Q!2e0

https://www.google.com/maps/@39.517121,-1.668183,3a,61y,14.48h,91.76t/data=!3m4!1e1!3m2!1s09uQBL2n9fXjRD4sn25RvQ!2e0

BAR EN RUTA II, y RESTAURANTE HOSTAL PEPE, en Graja de Iniesta (Cuenca). Dos estilos tan diferentes como antagónicos, desde la apariencia humilde y destartalada del primero a la suntuosa presencia del segundo. Ambos sobreviven, por el momento.



Después de todo cuanto llevamos visto y reflexionado sobre fondas, bares y hostales de carretera de la N-III, siquiera de manera muy sumaria y superficial, puesto que el tema daría sin duda para extenderse con largueza en aspectos tales como la gastronomía o las vicisitudes históricas por las que atravesó cada uno ellos a lo largo de su existencia, entre otras muchas que no abordaremos tampoco de momento, la última cuestión que nos gustaría tratar en este reportaje se refiere al futuro, tanto el de la carretera N-III como el de los negocios de hostelería que dependieron de ella mientras fue, quizá, la vía de comunicación más importante de España, o al menos durante muchas décadas las más transitada.

Y a este respecto es preciso señalar que la antigua carretera general de Madrid a Valencia, es decir, lo que todavía queda de ella al no haber sido sepultado bajo la calzada de cuatro carriles de la autovía A-3, cumplió hace tiempo su ciclo de vida útil en las comunicaciones nacionales y carece de otro porvenir que no pase necesariamente por su reconocimiento y consideración patrimonial de carretera o ruta histórica, lo que permitiría salvaguardar y rehabilitar muchos de sus elementos técnicos, arquitectónicos y funcionales que todavía no han desaparecido por completo, una salvaguarda y rehabilitación en la que también podrían incluirse, al menos, algunos de los establecimientos hosteleros que formaron parte de la ruta, dotándoles de una nueva orientación enfocada al ocio y al turismo cultural (que no otra sería la orientación que recibiría la propia carretera una vez reconocida y protegida como histórica). 


a

El célebre bar restaurante CÓRDOBA, en Minglanilla. Resistió varios años a la propia decadencia de la carretera, pero terminó por sucumbir, como tantos otros de su gremio. El establecimiento era mítico por los extraordinarios bocadillos que servían en el bar, pero a cambio, el menú del día de su modesto restaurante (más bien una elemental casa de comidas) resultaba deplorable, como pudimos constatar en al menos una ocasión. Junto a él sobrevive todavía otro establecimiento de mayor tamaño y presencia que esperamos no corra la misma suerte que su vecino.


https://www.google.com/maps/@39.881416,-2.670746,3a,75y,0.39h,87.3t/data=!3m4!1e1!3m2!1sHa0_2m-TqEe-OeWTm924Eg!2e0

Sin discusión posible el establecimiento de carretera más surrealista y estrambótico que hemos encontrado en la primitiva N-III. Se encuentra en la travesía de Montalbo (Cuenca), y no es un fonda, ni un hostal, ni un mesón, ni un restaurante. Simplemente es un comedor. Es decir, lo fue, años atrás, y seguramente hace muchos, porque debe llevar cerrado bastante tiempo. Conserva sobre la fachada de ladrillo la placa con el anagrama de AUTO-RES, la empresa de autobuses concesionaria del servicio Madrid-Valencia durante décadas. Probablemente esta placa indicaba sólo el punto de parada de los autobuses, y no necesariamente que chóferes y viajeros hiciesen uso de tan insólito y desconcertante comedor. (La fotografía es nuestra, pero enlazamos su ubicación geográfica también a Google Maps/Street View).


Como veníamos diciendo, la única esperanza de salvar de la ruina absoluta los vestigios hosteleros de la N-III, bien abandonados, bien todavía en funcionamiento -y de salvar la propia carretera de su ominosa decadencia actual-, pasa inevitablemente por su consideración de carretera histórica, con las oportunas intervenciones y medidas administrativas encaminadas a tal fin. Pero mucho nos tememos que nunca sucederá tal cosa. En España no existe una cultura de la carretera homologable a la desarrollada y fomentada en otros países, como Estados Unidos o Francia, por poner dos ejemplos muy oportunos. Para ser exactos, y llevando esta reflexión a su máximo punto de crudeza, en España no existe una cultura de ningún tipo. Para la mayoría de los españoles, una carretera sólo es un instrumento circunstancial que te transporta de un lugar a otro en el menor tiempo y con el menor riesgo posible de ser multado por unas autoridades punitivas siempre al acecho del ciudadano. Unas autoridades y unos gobernantes, por otra parte, absolutamente ajenos e impermeables a cualquier tipo de cultura desde la larga noche de los tiempos, y nunca mejor dicho, puesto que todavía estamos por ver amanecer en nuestro desdichado país. Imposible que comprendan, ciudadanos y gobernantes, cuánto de historia y de cultura atesoran una antigua carretera en proceso de abandono y todos sus elementos asociados amenazados de ruina.

Perdamos, pues, toda esperanza.

lunes, 31 de marzo de 2014

OTROS VIAJEROS POR LA ANTIGUA N-III: PACO VILA, el motorista valenciano.




Desde luego no somos los únicos a quienes fascina la antigua N-III ni los únicos que estamos dispuestos a escaparnos hasta ella en cuanto nos surge una nueva oportunidad. No tenemos el monopolio de la nostalgia de esta carretera, qué más quisiéramos nosotros. Sin embargo es curioso observar que la fiebre por recorrerla de nuevo, ahora que ha quedado prácticamente abandonada y sin apenas tránsito en muchos de sus tramos, es muy reciente. Casi tan reciente como la idea que tuvimos de hacer un video documental sobre esta ruta histórica, hará ya tres o cuatro años. Afortunadamente, sin embargo, tampoco son muchos los viajeros a quienes interesa en exceso abandonar la comodidad y rapidez de la autovía A-3 entre Madrid y Valencia, o viceversa, para recorrer esta clásica carretera nacional española en busca de recuerdos del pasado. En realidad, a la mayoría de los españoles no les interesan las carreteras de su país -históricas o no- más allá de la utilidad práctica que puedan encontrar en ellas, lo que se resume simplemente en el hecho de poder recorrerlas para llegar de un punto a otro en el menor tiempo posible y con la mayor comodidad deseable. Razones utilitarias muy comprensibles, desde luego. El turismo arqueológico realizado sobre la antigua red viaria nacional es una actividad gratificante y sosegada que nos han dejado en privilegio a unos pocos nostálgicos, aunque cada vez vayamos siendo más, lo que enriquece la tarea con la variedad de los puntos de vista ofrecidos, el valor de las investigaciones y la calidad de los hallazgos.

Hace ya bastante tiempo que encontramos el interesante blog de un motorista valenciano, Paco Vila (más conocido como Pacovi en la red), y no sin cierta y sana envidia, pues aunque estaba recorriendo la primitiva N-III casi simultáneamente a nuestras andanzas por esta ruta, había hecho descubrimientos que nosotros ignorábamos. No sabemos si la circunstancia de recorrerla en sentido inverso al nuestro, en su caso Valencia-Madrid, tenía que ver con la novedad de los hallazgos que para nosotros habían pasado desapercibidos hasta entonces. Puestos en contacto con él, nos ofreció amablemente toda la colaboración y asesoramiento posibles, así como el abundante material gráfico de su propiedad relacionado con esta carretera.  



Algún tiempo después tendríamos la inmensa suerte de conocerle en persona en un interesante evento motorista celebrado en la provincia de Alicante, momento muy oportuno, además, para invitarle a acompañarnos en la próxima I Ruta N-III Histórica que teníamos previsto celebrar el día 3 de Septiembre de 2013Dicha ruta, por supuesto, se realizó con notable éxito en la fecha prevista, no sin tener que superar muchos inconvenientes previos que fueron surgiendo cuando menos los esperábamos. LEER CRÓNICA. 

En su interesante y completo blog de viajes motoristas  AHORA VENGO, Paco Vila también se ocupa extensamente de la I Ruta N-III Histórica con todo lujo de detalles y gran profusión de imágenes. Sin embargo, en esta entrada, nos vamos a referir únicamente a sus escapadas previas por la antigua N-III, que se desarrollaron a lo largo de más de tres años, entre Febrero de 2009 y Julio de 2012. La crónica global de todas ellas, impecablemente estructurada en capítulos y subcapítulos, generosamente ilustrada con imágenes y mapas, y pródiga en anécdotas y curiosidades, nos parece uno de los mejores y más completos reportajes genéricos que se le ha dedicado a esta carretera, fruto de la inmensa pasión por la ruta que destila nuestro protagonista. Por estos motivos recomendamos su lectura a todos aquellos aficionados a las antiguas carreteras españolas en general, y a la de Madrid-Valencia, antigua N-III, en particular.




viernes, 28 de febrero de 2014

PRIMER SUBTRAMO ABANDONADO EN EL PRIMITIVO PUERTO DE CONTRERAS.



A buen seguro que el vocablo subtramo no es el más adecuado ni ortodoxo para denominar este vestigio de la antigua N-III en el inicio del primitivo Puerto de Contreras, desde Minglanilla hasta el límite con la provincia de Valencia, pero la citada denominación no es nuestra, sino de reputados ingenieros de caminos y profesores universitarios que han estudiado en profundidad esta carretera desde una perspectiva casi arqueológica, e incluso han escrito algún libro muy interesante resumiendo todas sus conclusiones con el loable propósito de proponer su rehabilitación como carretera histórico-turística para preservar de este modo el interesante patrimonio viario que aún se conserva en ella, si bien en un estado cada vez más preocupante de ruina, abandono y olvido.

En cualquier caso, carentes de la intención de extendernos en estas consideraciones, lo cierto es que este tramo (o subtramo) que parte del segundo trazado de la N-III (el primero es la carretera decimonónica y el tercero la autovía A-3) a pocos kilómetros de Minglanilla, está efectivamente cortado abruptamente en el talud resultante de la construcción de la propia autovía, y tiene continuidad al otro lado de ella en el segundo subtramo, mucho más corto, que desemboca en el tramo principal y continuo del trazado decimonónico del Puerto de Contreras que lleva sin interrupción hasta la Presa, el poblado obrero, la fábrica de cemento en ruinas y la localidad de Villargordo del Cabriel, todo ello ya en la provincia de Valencia.

El primer subtramo, que es el que va a merecer brevemente nuestra atención en esta entrada, tiene una longitud aproximada de 1.500 metros y su estado de conservación es muy deficiente, no en vano lleva fuera de servicio desde finales de 1969, cuando se inauguró el segundo trazado de la N-III, que dejó igualmente en desuso el segundo subtramo y parcialmente el resto del trazado del Puerto de Contreras construido por el ingeniero Lucio del Valle en 1850.



Bien podríamos decir que en la actualidad este primer subtramo se asemejaría más a una pista forestal que a un vestigio histórico de una antigua carretera radial de primer orden, de no ser porque conserva todavía algunos de los elementos originales de ésta, como pueden ser los postes de contención de hormigón (y en muchos de ellos con su malla metálica reglamentaria según la normativa del Plan Peña de 1939), o los pretiles de piedra característicos del siglo XIX, que no fueron modificados en absoluto durante el XX. Por lo demás, el asfalto se encuentra considerablemente degradado e invadido por la vegetación, hasta el punto de que en bastantes puntos del trazado la calzada ha visto reducida su anchura por lo menos a la mitad de la que tuvo cuando estaba abierta al tráfico, hace 44 años.

Pero estamos hablando de memoria, de cuando la recorrimos en 2011 como parte de los trabajos para el documental, de modo que casi tres años más tarde es probable que la degradación de este subtramo sea aún mayor de la que nosotros conocimos. Nos aventuramos por aquí en moto en las primeras horas de una calurosa tarde de Septiembre invadidos por la estimulante emoción de adentrarnos en un territorio absolutamente indómito y salvaje por el que hacía mucho tiempo que no transitaba nadie en un vehículo, aunque sabíamos que era una falsa ilusión, porque el personal de Google Maps había cartografiado fotográficamente el lugar con anterioridad y, de hecho, nosotros habíamos estudiado esas imágenes con deliberada atención antes de decidirnos a recorrer el tramo con las suficientes garantías. No queríamos sorpresas desagradables, ni una mala experiencia, y mucho menos exponernos a una caída con las motos.

Sin embargo, había una cosa que habían visto los de Google Maps y nosotros no, y viceversa, algo que vimos nosotros y no ellos, llevándonos nosotros la peor parte de la experiencia, o al menos el susto, aunque afortunadamente sin consecuencias. En el recorrido fotografiado por Google Maps, al principio del tramo se veían neumáticos abandonados en una cuneta, que ya no estaban cuando pasamos nosotros. Y casi al final del tramo nos encontramos, en cambio, con una pequeña explotación de apicultura al aire libre, con las cajas de las colmenas dispuestas en la calzada, algo que no reflejaba la cartografía de Google Maps, y que, de haberlo hecho, nos habría disuadido, tal vez, de adentrarnos en la zona. 






Bien es cierto que un cartel advertía de la presencia de estos peligrosos insectos, pero lo hacía apenas diez metros antes de llegar a las colmenas, cuando ya era del todo imposible esquivarlas. Casualmente, y pese a lo caluroso de la jornada, íbamos perfectamente pertrechados con nuestra ropa motorista para épocas más frías del año, esto es, chaquetones de Gore-Tex, pantalones de cuero, guantes, pañuelos de cuello, botas y cascos integrales. Sin casi tiempo para reaccionar, nos cerramos herméticamente las viseras de los cascos, aún sabiendo por experiencia que esto no garantizaba una estanqueidad absoluta de nuestros cuerpos, ya que alguna vez que otra se nos ha introducido un insecto por una manga, el cuello o una pernera de los pantalones, y las picaduras generalmente han sido muy dolorosas.

Sin embargo, en esta ocasión logramos salir indemnes de tan delicada situación. Varias abejas se estrellaron contra las viseras de los cascos, los carenados de las motos e incluso contra el objetivo de la cámara de video, que iba grabando en ese momento, y los pequeños impactos negros quedaron reflejados en la grabación. Y como este primer subtramo no tiene salida, al morir junto al talud de la autovía, como hemos dicho, pues tuvimos que enfrentarnos de nuevo a las abejas en sentido inverso al cabo de un rato, pero sin el factor sorpresa que nos había atemorizado a la ida.

El video resultante de esta incursión en territorio histórico de la antigua N-III, tan inhóspito y abandonado, no ha visto la luz todavía, pues lo reservamos para el documental y no queremos que pierda su condición de inédito, y lo mismo podemos decir de otros tantos videos de esta carretera que no hemos divulgado todavía, o si lo hemos hecho ha sido sólo de manera parcial y a modo de avance ilustrativo de nuestros trabajos.

Pero en cambio, sí que nos estamos dedicando de cuando en cuando a un ligero pasatiempo que consiste en conducir virtualmente un autobús, mediante un simulador de conducción, a través de todos estos tramos históricos de la N-III, abandonados o no. Y hemos elegido un autobús, cuando podríamos haber elegido un automóvil, para resaltar mejor las desproporciones existentes entre unas carreteras de dos carriles (uno por sentido), demasiado estrechas y llenas de curvas con radios muy incómodos, con el considerable tamaño de los autobuses que se veían obligados a circular por ellas en el pasado, un tamaño no excesivamente diferente al de los autobuses contemporáneos. Hemos de reconocer que nuestra pericia al volante de estos vehículos virtuales deja bastante que desear, y más comprometida que sería la situación si los condujesemos realmente, algo ya imposible por la mayoría de los tramos históricos de la primitiva N-III, pero como ejercicio ilustrativo de las dificultades y peligros que ofrecía esta carretera y todas las demás de la antigua red nacional al transporte pesado de mercancías y viajeros, nos parece un ejercicio divertido, curioso e interesante para ser plasmado en sencillos videos de aficionado sin grandes alardes de edición.

Este es el tercero de ellos, y enlazamos al final los dos anteriores, ya reseñados en el blog.

domingo, 8 de diciembre de 2013

EL TRAMO ADOQUINADO DE BELINCHÓN




También conocido como la "M", o las "EMES", por la forma característica de su trazado, se trata de un tramo de unos 830 metros de longitud, de los cuales 600 metros continuos conservan la calzada original de adoquines de los tiempos del Circuito Nacional de Firmes Especiales (C.N.F.E.), y formó parte primero de la ruta decimonónica construída por el ingeniero de caminos Lucio del Valle entre Madrid y Valencia, posteriormente denominada como carretera radial de primer orden de Madrid a Castellón por Valencia en la época del C.N.F.E. citado, y por último, finalizada la Guerra Civil, carretera nacional III (N-III), de Madrid a Valencia, si bien formó parte de este trazado durante pocos años, como veremos enseguida, ya que el tramo fue desdoblado en una fecha imprecisa en los años cincuenta o principios de los sesenta del pasado siglo XX. 

Discurre al sur del pueblo de Belinchón (Cuenca), a unos 750 m. de altitud, entre los primitivos kilómetros 75 y 76, y consta de tres curvas a derechas y tres a izquierdas, dos de las cuales (una a izquierdas y otra a derechas, ambas peraltadas) constituyen el cerrado zig-zag característico del tramo, perfectamente visible desde el aire en las tomas de Google Maps, por ejemplo, como ilustra la siguiente imagen que hemos editado:


Muy similar en su estructura y diseño al tramo adoquinado de la misma carretera que también se conserva en Saelices, 30 kms. más adelante, y con notables similitudes con la propia travesía antigua de Requena, ya en la provincia de Valencia, y con los restos de carretera en los alrededores del puente de Arganda, constituye sin duda una interesante muestra de la ingeniería de caminos del siglo XIX y es casi milagroso que se haya conservado prácticamente intacto hasta nuestros días. Ello se debe, por supuesto, al mero azar y a que sigue prestando servicio de acceso a algunas viviendas y dotaciones municipales a las afueras de Belinchón, y no al interés inexistente de las autoridades en la preservación del patrimonio histórico viario. De hecho, los primeros 200 metros del tramo viniendo desde Madrid han perdido el adoquinado en favor del asfalto, y es de temer que el resto del trazado termine por perderlo también más pronto que tarde. 

Como parte muy interesante y destacada de nuestro proyecto de video documental sobre la antigua N-III, lo hemos recorrido en moto varias veces en los dos sentidos, haciendo diversas grabaciones y tomado innumerables fotografías del mismo desde muchos de sus ángulos posibles. Este video que mostramos a continuación es sólo una muestra muy breve de nuestros trabajos en el tramo adoquinado de Belinchón:





Pero no menos interesantes son las emociones y las reflexiones que suscita este arcaico vestigio de carretera nacional que probablemente estuvo en servicio todavía hasta hace medio siglo. No podemos saberlo con exactitud, pero es probable que exista documentación al respecto y personas que tengan acceso a ella, lo cual no es nuestro caso. Nuestra única e imprecisa fuente de información son los mapas de la serie histórica a escala 1:50.000 del Instituto Geográfico Nacional, y por ellos hemos sabido que entre 1963 y 1968 el tramo ya había dejado de prestar servicio en la carretera de Madrid a Valencia, pero muy probablemente dejó de hacerlo mucho antes, seguramente a mediados o finales de la década de los cincuenta. Las ediciones inmediatamente anteriores del mapa del IGN datan de 1919 y de 1941, y en ellas la carretera de Madrid a Valencia todavía transitaba por la famosa "M" de Belinchón, como es lógico. Probablemente la consulta de  mapas específicos de carreteras posteriores, entre 1950 y 1960, por ejemplo, arrojaría la suficiente luz sobre el tema, pero no hemos tenido acceso a ninguno de ellos hasta la fecha.

Pero al margen de la fecha exacta en la que este tramo adoquinado dejó de prestar servicio en la ya entonces N-III, a fin de cuentas un simple dato cronológico, las emociones y reflexiones que suscita actualmente, como decíamos, no son en absoluto desdeñables. Desde luego van desde la sorpresa hasta la admiración, pasando por la incredulidad y el estupor ante la idea de que semejante trazado, tan revirado y tortuoso, hubiera podido formar parte de la ruta entre dos ciudades tan importantes como Madrid y Valencia durante tantos años, y sobre todo ya en tiempos más contemporáneos (años 50 y tal vez 60 del siglo XX), cuando la circulación rodada demandaba ya unas vías de comunicación mucho más avanzadas de lo que resultaban las primitivas carreteras decimonónicas diseñadas para el tránsito de carros y caballerías. Porque además, las transformaciones y reformas emprendidas por el C.N.F.E. entre los años 20 y 30 en este tipo de recorridos las más de las veces se limitaban a mejoras en la calzada (adoquinado o riego asfático) y peraltado y señalización de las vías para adaptarlas al tránsito de vehículos automóviles, pero sólo muy excepcionalmente se rectificaban o variaban completamente estos trazados diseñados casi un siglo antes.

Recorrer el tramo de adoquines de Belinchón en la actualidad es una experiencia verdaderamente conmovedora que nos remite a épocas tan lejanas que la mayoría de nosotros ni siquiera hemos conocido, y aún peor -o mejor-, ni siquiera imaginado. Y quienes sí lo conocieron en servicio y todavía están vivos, ya no pueden recordarlo con precisión. En todo caso eran unos tiempos en los que viajar de Madrid a Valencia o viceversa, como queda expuesto en el video, podía suponer no menos de ocho o diez horas atormentadas de carretera.

Y por último, fascinados como estamos con este vestigio patrimonial de nuestras carreteras, nos hemos permitido un inocuo pero divertido pasatiempo: conducir un autobús por esta calzada de adoquines. Eso sí, virtualmente, con un simulador de conducción. He aquí el resultado:


miércoles, 20 de noviembre de 2013

TRAMO ADOQUINADO ENTRE EL PRIMITIVO PUENTE DE ARGANDA Y LA A-3

El pasado 8 de Agosto de 2013 volvimos a recorrer el tramo adoquinado de la primitiva N-III que se conserva entre el puente de Arganda y la autovía A-3, que se mantuvo en servicio hasta el año 1963, cuando se construyó un nuevo puente sobre el río Jarama para dar servicio a la carretera Madrid-Valencia, ya desdoblada y mejorada, así como la propia circunvalación de Arganda, ejecutada ese mismo año. En este caso volvimos a visitar el tramo para mostrárselo a un amigo y colaborador que no lo conocía, y de este modo lo recorrimos en su coche, grabando un sencillo video con el teléfono móvil a la vuelta de nuestra visita al puente. También hicimos algunas fotografías con primeros planos del adoquinado del tramo, y varias de estas imágenes aparecen en el video. Lo cierto es que este es un paraje agradable, pintoresco e histórico que nos nos cansamos de visitar y grabar en video, aunque lo hayamos hecho ya tantas veces con vistas al próximo documental sobre la carretera N-III. Y apenas un mes después, volvimos a visitarlo y recorrerlo como parte del itinerario de la I Ruta N-III Histórica que realizamos en moto el día 3 de Septiembre. VER REPORTAJE EN EL BLOG.

Como probablemente ya hemos comentado en ocasiones anteriores, este tramo tiene unos 500 metros de longitud entre el antiguo puente de Arganda sobre el Jarama (pero enclavado, en realidad, en el término de Rivas-Vaciamadrid), y la vía de servicio de la autovía A-3. Su estado de conservación es bastante deficiente, y alterna capas de asfalto con tierra y adoquines originales probablemente de la época del Circuito Nacional de Firmes especiales, o tal vez anteriores. Por supuesto carece de cunetas o arcenes (quizás nunca los tuvo), y la copiosa vegetación, que no ha sido desbrozada en los últimos cincuenta años, cuando el tramo dejó de prestar servicio, invade la carretera de manera ostensible, reduciendo notablemente su anchura, que en algunos casos no es superior a los tres metros. El trazado desemboca en una curva a derechas (en sentido Valencia), e inmediatamente llegamos al puente de Arganda, cerrado al tráfico con unas barreras de hormigón que permiten el paso sólo a vehículos de dos ruedas, como motos y bicicletas, siendo su calzada de riego asfáltico ligero y en buen estado de conservación, al igual que el resto de la estructura metálica del puente, cuyo extremo oriental viene a morir también a la vía de servicio o a un ramal de circunvalación de la A-3, igualmente cerrado con barreras de hormigón.

En cuanto al río Jarama que discurre bajo el puente, resulta curioso observar el abundante caudal de agua que lleva incluso en una época severa de estiaje como principios de Agosto, habiéndolo visitado en dicho mes al menos en dos ocasiones de diferentes años, pudiendo constatar en todas ellas esta circunstancia, para nuestra sorpresa.









Ver también: 

RECORRIDO VIRTUAL EN AUTOBÚS POR EL ANTIGUO PUENTE DE ARGANDA. (Simulador de conducción).

viernes, 18 de octubre de 2013

LA CARRETERA MADRID-VALENCIA EN EL ARCHIVO FOTOGRÁFICO DE LA FUNDACIÓN TELEFÓNICA



De maravilloso me atrevería a calificar el reciente descubrimiento propio de los fondos o archivos fotográficos de la Fundación Telefónica de España. Andaba buscando imágenes antiguas de las carreteras españolas en la red, cuando lo encontré providencialmente. Ignoro el tiempo que lleva disponible en internet, lo que me interesa es que lo he encontrado y he conseguido deleitarme por fin con todas aquellas imágenes añejas de la carretera que siempre quise ver y que casi nunca pude localizar. Y en este caso, además, por miles y tomadas en casi todas las carreteras del país y en la mayoría de sus ciudades y pueblos más importantes. Quizá exageradamente podría decir que este hallazgo ha sido comparable al invento de una máquina del tiempo que me hubiese permitido viajar al pasado, pongamos un siglo hacia atrás.

Tratándose como se trata de un archivo de la que fue CTNE (Compañía Telefónica Nacional de España), en su origen y durante muchos años uno de los monopolios estatales más importantes y antiguos del país, el fondo fotográfico está obviamente dedicado a la telefonía y a todos sus muchos elementos auxiliares relacionados. Pero por suerte para  los que somos aficionados a las carreteras y a su historia, los hilos y postes del tendido telefónico han sido desde sus comienzos compañeros paralelos de aquéllas y parte esencial de su paisaje. Y esto significa, ni más ni menos, que viendo las fotografías que ilustran la progresiva implantación de las líneas telefónicas en España desde principios del siglo XX, vamos a poder deleitarnos también en la contemplación de sus carreteras tal y como fueron antes de que el Circuito Nacional de Firmes Especiales (CNFE) acometiese importantes mejoras en las mismas. Pero no sólo vamos a ver carreteras, sino también casillas de peones camineros, puentes, vehículos automóviles y de tracción animal y hasta vetustas señales de tráfico en una época en la que ni siquiera existía todavía el Código de la Circulación ni normativa alguna que regulase el tránsito por aquellas vías que más tenían de caminos pedestres que de verdaderas carreteras tal y como las entendemos hoy en día. Y sin embargo comunicaban de modo terrestre pueblos y ciudades entre sí a lo largo de toda la geografía nacional, al tiempo que postes y cables del teléfono lo hacían de modo aéreo junto a las cunetas o a través de los campos.

Y para que nuestra satisfacción fuese completa, después de navegar a través de miles de fotografías durante horas, hemos encontrado justamente las que más nos interesaban: las de la carretera de Madrid a Valencia, muchos años antes de que se denominase N-III y su calzada dispusiera de otro firme distinto al de la tierra y las piedras. En ésta y en la mayoría de las otras carreteras del país, por principales que fuesen, hizo acto de presencia antes el tendido telefónico que el asfalto o los adoquines. Y como consecuencia de ello se produce un brutal contraste entre la modernidad que representa la instalación telefónica y la obsolescencia de unas carreteras decimonónicas y completamente solitarias en las que apenas si circulaban algunos carruajes y caballerías en incipiente competencia con los primeros vehículos a motor. Ambientalmente, por otra parte, todas esas mortecinas fotografías en blanco y negro reflejan con exacta fidelidad la realidad de una nación pobre, atrasada, desolada y dura, en donde muchos de sus paisajes adquieren una dimensión casi fantasmagórica y truculenta pero, al mismo tiempo, aplicando nuestra mirada contemporánea un siglo después, entrañable y evocadora. (Hemos retocado ligeramente todas las imágenes para mejorar el brillo y la calidad visual pero no por ello han perdido su ambientación original ni la capacidad de transmitir interesantes emociones y despertar muy oportuna curiosidad).  


En la primera fotografía que abre este reportaje podemos ver la inconfundible estampa del puente sobre el Cabriel en Contreras, obra de Lucio del Valle finalizada en 1851. La línea telefónica Madrid-Valencia se abría paso a través de este abrupto territorio unas veces junto a la carretera y otras, cuando esto no era posible, campo a través. Sobre estas líneas podemos observar también en Contreras a un operario de Telefónica trabajando en lo alto de uno de los postes del tendido aparentemente sin disponer de ningún elemento de seguridad. En las tres imágenes que siguen se aprecia el revirado trazado de la carretera en la zona. Habíamos visto fotografías similares, incluso algo más antiguas, pero estas son inéditas:








Y a continuación podemos asistir a los trabajos de colocación de un poste en Contreras a cargo de una cuadrilla de operarios, momentáneamente inmóviles para el posado fotográfico. Se desconoce la fecha exacta de las imágenes, pero podemos datarlas entre la década de los diez y los primeros años veinte del siglo pasado.



Hubiera resultado ciertamente decepcionante no haber podido encontrar fotografías de casillas de peones camineros en este archivo, pero para nuestra satisfacción hemos localizado dos de la carretera Madrid-Valencia, por el momento. La primera debía de encontrarse en las proximidades de Villargordo del Cabriel, mientras que la segunda se hallaba en el km. 54 y a 8 kms. de Fuentidueña (y a 294 de Valencia), según puede leerse con mucha dificultad ampliando la imagen. Los omnipresentes postes de madera y los hilos telefónicos que surcan el cielo le otorgan un aspecto fascinante a estas instantáneas. Por descontado que no queda huella alguna de tales casillas.






A continuación el Puente de Fuentidueña sobre el Tajo. Prestó servicio en la carretera Madrid-Valencia hasta la década de los años cincuenta del pasado siglo.




Retrocedemos hasta el kilómetro 18, en la época término de Vaciamadrid a secas (sin Rivas):




Montaje de postes en un punto no determinado de la carretera, entonces denominada de Madrid a Castellón por Valencia. Muy pintoresco el camión auxiliar, no lleva neumáticos, sólo llantas metálicas o de madera. Al fondo se ven dos grandes edificios o construcciones. ¿Alguno de ellos podría ser el Castillo de Garcimuñoz o el Monasterio de Uclés?  Se admiten opiniones, por supuesto.





Hilera de postes en el km. 83, proximidades de Tarancón. A la derecha podemos ver parcialmente lo que parece otra casilla de peones camineros. ¿Ese estrecho camino de tierra sería el trazado de la carretera o bien la carretera discurre al otro lado de la casilla? No lo sabemos, pero cualquier cosa nos parece perfectamente posible en aquellos años, por increíble que nos pueda antojar ahora.




En la siguiente fotografía, el km. 226. Esa larga recta de tierra hollada por ruedas de carro lleva hasta Minglanilla. Estremece el mero hecho de imaginarse un viaje de Madrid a Valencia por semejantes andurriales, pero esto es lo que había, y dicho viaje se hacía de todos modos aunque los viajeros y las caballerías se dejasen la salud en este empeño.



Volvemos a Contreras, km. 242. A la izquierda se aprecia el muro de contención de la carretera. La línea telefónica se abre paso ahora campo a través:




El kilómetro 261, cerca de Caudete de las Fuentes. Una hilera de árboles flanquea la carretera en compañía de los postes del teléfono. El automóvil está detenido, sin chófer, y completamente lleno de barro y de polvo. Tiene matrícula de Madrid, parece que M-23.681. Si así fuera, se trataría de un Chrysler matriculado en el mes de julio de 1927.


Kilómetro 332, cerca de Cheste. Aquí la carretera por lo menos ha ganado considerablemente en anchura, pero no circula ni un alma, pese a la proximidad de la ciudad de Valencia.





Requena y su plaza de toros, kilómetro 282. Ese tramo de carretera todavía se conserva con idéntico trazado, aunque con el firme de adoquines, seguramente de la época del CNFE.




Kilómetro 290, entre Requena y Buñol. El encintado de la carretera sólo se encuentra en el lado izquierdo de la misma. Probablemente lo desmontaron en el lado derecho para la instalación de los postes telefónicos, pero sólo es una hipótesis.





Y para finalizar este interesante recorrido por el pasado de la carretera de Madrid a Castellón por Valencia, nos vamos a Villargordo del Cabriel. También se conserva asfaltado ese tramo en la actualidad y llegó a formar parte de la N-III antes de la inauguración de la variante de Contreras en 1969.






Es posible continuar tan ameno viaje por la historia de las carreteras españolas, sus vehículos, sus paisajes, sus pueblos y sus ciudades a través del ARCHIVO FOTOGRÁFICO DE LA FUNDACIÓN TELEFÓNICA. Un viaje que recomendamos sin ningún género de duda a todos nuestros lectores.